Hace apenas unos días, los órganos de prensa Ramgavar y Tekeyan que se publican con diferente periodicidad en distintas ciudades del mundo difundieron en armenio, inglés y español —y presentaron también a través de sus plataformas digitales— la declaración de la denominada "Prensa Coordinada RAG", dirigida al primer ministro N. Pashinian y su gobierno. La declaración exigía garantías de no injerencia para los 55 o 56 obispos de la Iglesia Apostólica Armenia que participarán, en calidad y función oficial, en el Sínodo Episcopal convocado por Su Santidad el Patriarca. El llamado y la exigencia principal de la declaración consistía en dar oportunidad a la Iglesia Armenia de resolver sus asuntos internamente, sin presiones externas, sin obstáculos y sin engaños, ya que algunos obispos que sirven especialmente en las diócesis del exterior evitaban venir a la Sede Madre, mientras otros proponían, ciertamente no de manera pública, convocar el sínodo en algún centro extranjero, lo cual resulta definitivamente inaceptable.
Sin embargo, los acontecimientos se precipitaron, exactamente en la secuencia que N. Pashinian había trazado la semana anterior en su publicado "Mapa de ruta": remoción de Su Santidad el Patriarca, supuesta elección de un locum tenens del Katolikós, adopción de nuevos estatutos, cuyos puntos él mismo señaló e indicó —el gran teólogo eclesiástico, el fervoroso creyente—, subrayando una vez más el punto focal de su interés por la Iglesia: registro de ingresos y "garantías de cumplimiento de la legislación tributaria", impuestos, tasas y demás. Y al final del camino trazado en el mapa: la elección del Katolikós de Todos los Armenios según los estatutos elaborados por él mismo, es decir, el nuevo "polozhenie" (reglamento). ¿Qué diferencia hay: el de Nicolás el Zar o el de Nikol el primer ministro?
Y pasando de las palabras y del trazado de mapas a la acción, N. Pashinian dio instrucciones a sus 10 obispos reunidos, a quienes nuestra sociedad con razón llama "títeres", para asestar un golpe decisivo contra Su Santidad el Patriarca y exigirle su renuncia en términos de ultimátum. Y esto fue suficiente para que nuestro pueblo creyente se levantara nuevamente y se indignara. De ello fuimos todos testigos ayer por la tarde ante la multitud reunida en la Catedral Madre y sus alrededores, que coreaba "Vehapár-Vehapár" (Su Santidad-Su Santidad). El pueblo manifestó su indignación decidida: no permitir ninguna desviación ni pecado contra la constitución de la Iglesia Armenia y las tradiciones seculares, no tolerar la injerencia en los asuntos internos de la Iglesia, no pisotear una vez más la Constitución de la República de Armenia.
La palabra iglesia proviene etimológicamente del griego ekklesia, que significa la colectividad de creyentes: clero y pueblo unidos. Ayer, nuestro pueblo creyente hizo oír su voz.
El que tenga oídos, que oiga.