Ahora Armenia y el pueblo armenio viven en un período en el que contra nosotros se ha desatado una verdadera campaña genocida, por parte de fuerzas regionales e internacionales conocidas y desconocidas. Nos encontramos en una fase decisiva de autodefensa, mientras que los procesos políticos habituales se han convertido en una pérdida de tiempo.

Contra Armenia y el pueblo armenio se libra una guerra híbrida multifrontal, que ya ha llevado a la destrucción de Artsaj, a la ocupación parcial de territorios de Syunik, Gegharkunik, Vayots Dzor y Tavush. Se han perdido carreteras estratégicas, con el proyecto llamado "Camino de Trump" se prevé una drástica reducción de la soberanía de la República de Armenia también en Meghri. En el futuro no se excluyen nuevas cesiones territoriales, particularmente la entrega de Tigranashen.

Por consiguiente, es tiempo de hacer las correctas conclusiones políticas y estratégicas. Aquellos partidos que continúan actuando con la lógica de "como si nada hubiera sucedido", están desconectados de la realidad y con su actividad se han convertido en un anacronismo. Mientras que los pasos divisivos e irresponsables de la actual dirigencia se han convertido ya en una traición manifiesta.

El ruido político y las agendas falsas desvían al pueblo de su problema primordial vitalmente importante para su seguridad: formar un nuevo sistema de autodefensa nacional y salvar al país de la conquista y la desarmenización.

Armenia (pero no su liderazgo político) objetivamente se encuentra en la fase activa de la lucha por su existencia.

Por eso hoy no necesitamos partidos ordinarios ni líderes poco confiables, sino un frente nacional-liberador unificado y verdaderos líderes que lo encabecen, con la correspondiente preparación político-militar e ideología nacional.

También necesitamos una Iglesia Armenia y un clero que estén hombro con hombro junto al frente nacional-liberador: Ghevonds, Yeghishes y Khrimyans, y no kchoys, vrtanes ni anushavans.

No es esencial dónde comenzará la formación del frente liberador, en el campo político o en el espiritual; lo importante es que comience desde un punto determinado. Y quizás este proceso comience precisamente en las próximas asambleas y discusiones eclesiásticas. Esperamos que así sea.

Primero Dios.

"Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo" (Efesios 6:11)