Por qué Armenia cerró con sus propias manos el Grupo de Minsk, que mantenía la presencia jurídico-política de la cuestión de Artsaj en el sistema internacional.
A continuación, el comunicado oficial sobre el cierre del Grupo de Minsk de la OSCE:
“La OSCE pone fin al Proceso de Minsk y a todas las estructuras asociadas a éste”.
Fecha: 1 de diciembre de 2025
Lugar: Viena
Fuente: OSCE
“La OSCE completó el cierre del Proceso de Minsk y de todas las estructuras vinculadas a éste a las 23:59 del 30 de noviembre de 2025. Esto se realizó conforme a la decisión MC.DEC/1/25 del Consejo de Ministros, adoptada el 1 de septiembre de 2025 tras la solicitud conjunta de Armenia y Azerbaiyán dirigida a la presidencia finlandesa de la OSCE.
Con la finalización de todos los trámites administrativos necesarios, el proceso quedó oficialmente concluido. Este procedimiento implementó la decisión por consenso del 1 de septiembre de 2025, adoptada por los 57 Estados participantes de la OSCE, la cual seguía a la histórica Declaración Conjunta firmada en Washington el 8 de agosto de 2025 por el primer ministro de Armenia, Nikol Pashinian, y el presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, en presencia de Donald Trump”.
De este modo, este comunicado de la OSCE constituye el acta oficial del colapso de otro de los pilares de la estatalidad de Artsaj, firmado como resultado de la voluntad política y estratégica de las actuales autoridades de Armenia.
El gobierno de Pashinian puso fin oficialmente al formato jurídico internacional de la cuestión de Artsaj, que había sido para Armenia la principal plataforma internacional donde el derecho de autodeterminación de Artsaj, la cuestión de la seguridad de su población y la agenda internacional de una solución política del conflicto contaban con bases jurídicas y políticas sólidas.
Con esta decisión, Armenia cerró con sus propias manos el único órgano que, al menos en un plano teórico, mantenía la presencia jurídico-política de la cuestión de Artsaj en el sistema internacional, eliminándola por completo de la agenda global. Y esto se hizo mediante una solicitud conjunta de Armenia y Azerbaiyán.
Pashinian y Aliyev actuaron como partes que conforman una agenda conjunta: “Solicitud conjunta de Armenia y Azerbaiyán”. Con ello, Armenia renunció oficialmente a ser un sujeto en la cuestión de Artsaj.
Armenia aceptó las definiciones formuladas por Azerbaiyán y comunicó al sistema internacional que “ya no existe conflicto”.
Es decir, el gobierno, en el lenguaje del derecho internacional, da por concluida la cuestión de Artsaj como problema político y jurídico. Ha ocurrido una renuncia jurídico-estatal, mediante la cual Pashinian, con su firma, pone fin a la agenda político-internacional del pueblo de Artsaj.
El hecho de que esta clausura se base en un documento firmado por Nikol Pashiniuan e Ilham Aliyev en Washington confirma que el gobierno armenio ha transitado totalmente hacia la vía de “reconciliación” trazada por Bakú, que no es paz, sino la aceptación plena de la derrota y una capitulación política.
De este modo:
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Armenia perdió el instrumento internacional de negociación relativo a Artsaj.
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Armenia renunció voluntariamente a la posibilidad de defender los derechos de los armenios de Artsaj a través de estructuras internacionales.
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Armenia abrió el camino para que Azerbaiyán profundice sus reivindicaciones territoriales, al ceder la última palanca jurídica que equilibraba la situación.
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Armenia dejó de ser un sujeto (renuncia voluntariamente al rol de actor con derechos, voz y agenda propia en un proceso internacional donde antes era parte) y, mediante esta renuncia, se convirtió de facto en una parte que legitima cualquier futura ambición de Azerbaiyán, creando un precedente de desistimiento.
Esto no es simplemente un error en política exterior. Es una concesión estratégica del Estado, con consecuencias irreversibles. Con esta decisión, el gobierno de Pashinian realizó aquello que ni siquiera la guerra permitió lograr a Azerbaiyán: Armenia renunció oficialmente a la cuestión de Artsaj y a toda la estructura jurídica internacional que la acompañaba.
Esto demuestra que, tanto en el pasado como en el futuro, cualquier intento del gobierno de excusarse o de culpar a las administraciones anteriores, a Rusia o a Occidente, no es más que una maniobra política destinada a desviar la responsabilidad.
Armenia solicitó por voluntad propia el cierre de la cuestión de Artsaj.
Este paso será, para cualquier gobierno futuro, la pérdida política y jurídica más difícil de revertir, ya que no sólo limita las capacidades de maniobra de Armenia, sino que elimina de la mesa del derecho internacional el principio de autodeterminación del pueblo de Artsaj.
