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Opinion - Suren Sargsian, especialista en relaciones internacionales
¿Necesita Armenia un aliado?
25 de Noviembre de 2025

El enfoque de Turquía hacia Armenia parece caracterizarse por la obstrucción de medidas que verdaderamente beneficiarían al Estado armenio, mientras realiza acciones que podrían ayudar al gobierno actual a ganar las elecciones de 2026. Esta estrategia crea la impresión de que la normalización armenio-turca y el desbloqueo de Armenia están cerca de completarse, pero sin avanzar en pasos concretos que favorezcan los intereses nacionales armenios. De este modo, se evidencia una divergencia entre los intereses del Estado armenio y los del gobierno en funciones.

De cara a junio, cuando se celebrarán las elecciones en Armenia, es probable que Turquía implemente medidas superficiales que las autoridades armenias presentarán como logros significativos, aunque en esencia respondan a fines propagandísticos. Entre los posibles ejemplos figuran: iniciar o prefirmar —pero no ratificar— protocolos para el establecimiento de relaciones diplomáticas y la apertura de fronteras; flexibilizar parcialmente las restricciones fronterizas para ciudadanos o mercancías de terceros países; introducir nuevas aerolíneas en el mercado armenio; o restaurar algunas iglesias armenias en ciudades turcas contemporáneas.

Recientemente, el ministro de Relaciones Exteriores de Turquía, Hakan Fidan, declaró que su país solo normalizará las relaciones con Armenia con la aprobación de Bakú. En consecuencia, los avances significativos dependerán de las próximas elecciones y del referéndum constitucional en Armenia, ya que un gobierno fuerte y legítimo es crucial para que Turquía y Azerbaiyán impulsen su agenda y busquen la mayor legitimidad posible para cualquier acuerdo firmado. Además, el apoyo turco haría que el gobierno armenio dependiera aún más de Ankara, lo cual parece ser parte deliberada de la estrategia turca.

Es evidente que las autoridades armenias necesitan demostrar al público que seis años de negociaciones armenio-turcas no solo han avanzado, sino que han producido resultados concretos. Este aspecto es un requisito previo especialmente importante en la fase preelectoral del gobierno de Pashinian. Si bien Turquía insiste en que la mejora de sus relaciones con Azerbaiyán es una condición indispensable para la normalización con Armenia, esta no es toda la realidad.

Cumplir con las condiciones previas turcas, más allá de eliminar la imagen del Monte Ararat del escudo de armas o dejar de usar las expresiones “Armenia Occidental” y “Armenia Oriental”, requeriría que Armenia modifique su constitución mediante referéndum. Azerbaiyán ya ha planteado oficialmente esta exigencia, por lo que Turquía no necesita repetirla. Es probable que Armenia satisfaga estas condiciones si formaliza la normalización con Azerbaiyán después de modificar su constitución.

Una estrategia calculada

La estrategia turca para normalizar las relaciones con Armenia está cuidadosamente diseñada. Se trata de una maniobra calculada destinada a proyectar la idea, ante la comunidad internacional, de que Turquía está comprometida con una normalización genuina. Históricamente, Turquía ha realizado gestos similares, especialmente antes del 24 de abril, para engañar a la opinión internacional y obstaculizar los esfuerzos de reconocimiento del Genocidio Armenio. En la actualidad, busca simular avances mientras prolonga el proceso para extraer el máximo de concesiones de Armenia, con el apoyo estratégico de Bakú.

Turquía y Azerbaiyán mantienen una política exterior coordinada como estados túrquicos fraternos con intereses ampliamente convergentes. Azerbaiyán depende de Turquía para ampliar su influencia en el Cáucaso Sur y contrarrestar a Irán y Rusia, mientras que Turquía respalda la postura firme de Bakú frente a Moscú. A pesar de la aparente mejora en las relaciones —ejemplificada por la reunión Putin-Aliyev—, la continua detención de ciudadanos rusos por parte de Azerbaiyán, un punto de fricción constante para el Ministerio de Relaciones Exteriores ruso, evidencia esta alineación estratégica. Este enfoque conjunto incluye no solo el fortalecimiento de los vínculos con los estados túrquicos de Asia Central, sino también la apertura del Cáucaso Sur y la materialización del corredor de Zangezur.

La necesidad de un aliado estratégico

Armenia no puede enfrentarse sola a estas dos grandes potencias. Independientemente de si su aliado es Estados Unidos, China, Rusia o la Unión Europea, el país corre el riesgo de perder su soberanía si permanece aislado entre estos actores, carente de un patrón geopolítico. Los desafíos económicos, políticos y de seguridad que enfrenta Armenia requieren contrapesos reales, no únicamente relaciones normalizadas o promesas de normalización.

Es importante recordar que Siria también mantuvo excelentes relaciones con Turquía bajo el presidente Bashar al-Assad en la década de 2010; sin embargo, la geopolítica demostró lo rápido que pueden cambiar las alianzas interestatales y los enfoques personales.

En última instancia, casi todos los Estados —incluidos los neutrales como Suiza y Austria— dependen de una potencia global para su patrocinio. Su adhesión a las sanciones antirrusas, a instancias de Washington, subraya esta realidad. Por lo tanto, Armenia debe preguntarse si puede sobrevivir en el siglo XXI sin un patrón geopolítico. La ubicación geográfica de ese aliado es irrelevante: lo importante es que exista.

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