El régimen sectario tiene como tarea destruir por todos los medios no solo los fundamentos físicos, sino también los espirituales y morales de la capacidad de resistencia del pueblo armenio.
Para alcanzar ese objetivo, es necesario distorsionar el contenido mismo de la identidad armenia, debilitándola y preparándola para su disolución final entre elementos foráneos y ajenos.
Y dado que Occidente y el Norte han entregado Armenia al control colonial turco-azerbaiyano (es decir, al desmembramiento), la asimilación que espera a los armenios se llevará a cabo mediante la turquificación, a menos que se forme un fuerte movimiento de resistencia.
Todas las estructuras nacionales se encuentran bajo ataque: el ejército, la Iglesia, los sistemas de seguridad y de educación, la armenología y, en general, toda la cultura armenia. También está en peligro la propia demografía del país: la garantía de que los armenios sigan siendo mayoría en su patria.
En este contexto debe verse el ataque decidido que el régimen ha emprendido contra la Iglesia Armenia.
Y quienquiera que hoy fuese el Katolikós de todos los armenios —Jrimian Hayrik, Nersés el Grande o Sahak Parthev— el régimen habría tomado las mismas medidas, porque su objetivo no es la persona del Katolikós, sino la IGLESIA, a la que primero buscan dividir, luego marginar y finalmente anular.
Eso mismo desean hacer con todo el pueblo armenio: dividirlo, fragmentarlo, marginarlo y, al final, eliminarlo definitivamente, en parte físicamente, en parte mediante la “turquificación forzada-voluntaria”.
En pocas palabras: el pueblo armenio debe salvarse a sí mismo por la vía de la resistencia. De otro modo, continuará siendo desgarrado y devorado bajo las prédicas de una falsa paz, entre festivales en Ereván, luces de árboles navideños y, naturalmente, bajo los estruendosos aplausos del “mundo civilizado”.
P. S.
Conviene recordar nuevamente el siglo V y la lucha intrépida de nuestro pueblo por Armenia, por la fe y por la identidad nacional:
“Y consideraban la negación como muerte, morir por Dios como vida imperecedera, y su servicio a la patria como libertad de su existencia…”
[“Եւ զուրացութիւնն մեռելութիւն վարկանէին, և զմահ վասն Աստուծոյ՝ անանց կենդանութիւն, և ծառայել յերկրի՝ ազատութիւն կենաց իւրեանց…”]
Yeghishe, Sobre Vartan y la guerra de los armenios, Capítulo V