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Jueves 30 de Octubre - Buenos Aires - Argentina
PREMIO MEJOR MEDIO DE PRENSA PUBLICADO EN LENGUA EXTRANJERA - MINISTERIO DE LA DIASPORA DE ARMENIA 2015
Opinion - Suren Sargsian, investigador, analista y experto en política exterior estadounidense.
Azerbaiyán deterioró deliberadamente sus relaciones con Rusia para concretar los Acuerdos de Washington
30 de Octubre de 2025

Tras la guerra de 44 días, el papel de Rusia en la región se redujo significativamente. Después de que Armenia perdiera Artsaj, Moscú perdió casi todos sus resortes de influencia tanto sobre Armenia como sobre Azerbaiyán. Para Bakú, esto fue de enorme relevancia, pues le permitió actuar con una libertad inédita: Rusia ya no disponía de mecanismos de presión efectivos sobre el país. Aprovechando esta coyuntura, Azerbaiyán comenzó a cooperar más estrechamente con Turquía y a desempeñar un papel más activo en el Cáucaso Sur, ignorando los intereses vitales de Moscú. Así, logró proyectarse como una potencia regional, un actor fuerte y un Estado con una política exterior cada vez más independiente.

Las relaciones bilaterales entre Bakú y Moscú alcanzaron su punto más bajo tras un trágico incidente: la defensa aérea rusa derribó por error un avión civil azerbaiyano, causando una catástrofe.

Azerbaiyán reaccionó con extrema dureza, acusando directamente a Rusia antes incluso de que concluyera la investigación oficial. Bakú sostuvo que Moscú había impedido deliberadamente que la aeronave aterrizara en un aeropuerto ruso —obligándola a regresar a su punto de partida— con la intención de que fuera destruida sobre el mar y se eliminaran las pruebas del ataque. Pese a las reiteradas disculpas de Rusia, Azerbaiyán se negó a suavizar su postura o a hacer concesiones. La tensión escaló hasta el punto de suspenderse todo contacto de alto nivel entre ambos países.

Durante este período, Rusia actuó con cautela, procurando no agravar la crisis. Las declaraciones políticas en Moscú reflejaban una voluntad clara de evitar una nueva escalada. Sin embargo, el Kremlin ejerció cierta presión sobre empresarios azerbaiyanos radicados en Rusia, dejando entrever que las tensiones podían repercutir negativamente en sus intereses económicos. Los medios rusos también mostraban que el liderazgo en Moscú buscaba contener la situación y adoptaba una estrategia de “esperar y ver” en busca de una posible estabilización.

A pesar de las disculpas oficiales de Moscú, Bakú mantuvo su retórica agresiva. ¿Qué motivaba esta actitud? En esencia, Rusia y Azerbaiyán no enfrentaban problemas estratégicos insalvables; existían numerosos mecanismos para resolver las diferencias. Sin embargo, en ese momento, lo crucial para Azerbaiyán era mantener las tensiones de manera deliberada, de modo que Moscú no pudiera intervenir ni ejercer presión para impedir la declaración conjunta armenio-azerbaiyana firmada en Washington en agosto bajo la mediación del expresidente Donald Trump.

En otras palabras, tras el derribo del avión, Bakú exacerbó conscientemente sus relaciones con Moscú, clausuró los canales de diálogo y suspendió los contactos diplomáticos de alto nivel hasta la publicación del comunicado en Washington y la consecución del ansiado corredor de Zangezur, objetivo compartido con Turquía. Esta estrategia, diseñada por Ankara y Bakú, buscaba blindar a Azerbaiyán de cualquier injerencia rusa durante el proceso de implementación de dicho corredor.

Naturalmente, Moscú reaccionó con preocupación y, para frenar el acercamiento entre Azerbaiyán, Turquía y Occidente, tomó una medida inesperada: hizo llegar al presidente Ilham Aliyev información de inteligencia que supuestamente revelaba un complot para derrocarlo —y eliminarlo físicamente—, urdido por el jefe de su administración mientras se encontraba en Rusia. Esta acción extraordinaria pretendía propiciar un acercamiento entre ambos países. Días después, los presidentes de Azerbaiyán y Rusia se reunieron en un encuentro descrito como cordial.

Las relaciones mejoraron posteriormente, pero para entonces Azerbaiyán ya había alcanzado su objetivo principal: asegurar el corredor de Zangezur, reducir la influencia de Rusia en la región y fortalecer la posición propia y la de Turquía en el Cáucaso Sur.

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