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Opinion - Suren Surenyants, politólogo
“La ‘Cuarta República’ no es continuación de la Tercera, sino su interrupción”
22 de Septiembre de 2025

El politólogo y presidente del partido “Alternativa Democrática”, Suren Surenyants, cuestionó con dureza la narrativa impulsada por el Primer Ministro Nikol Pashinian en su mensaje por el 34º aniversario de la Independencia, en el que proclamó simbólicamente el nacimiento de una “Cuarta República”.

Según Surenyants, el discurso oficial transmite una idea peligrosa: que durante 34 años —desde la independencia de 1991— “no hemos tenido verdadero Estado”. Y eso, advierte, es una distorsión histórica y política de graves consecuencias.

“La Tercera República se presenta como una sucesión de asedios, guerras, emigración y fracasos, mientras que el ‘verdadero Estado’ supuestamente nace recién ahora, bajo el rótulo de ‘Cuarta República’. Eso no solo es falso: es una manipulación peligrosa”, señaló el analista.

Surenyants recordó que la Tercera República es nuestro Estado con pleno reconocimiento internacional, dotado de Constitución, ejército, sistema educativo, instituciones culturales y legado histórico. Sí, atravesó pruebas durísimas —guerras, bloqueos, crisis económicas—, pero eso no la convierte en “irreal” ni la invalida.

“La Tercera República es también la república de la victoria en la primera guerra de Artsaj. Es el Estado cuyos hijos y defensores liberaron Artsaj, sentando las bases de nuestra dignidad nacional y de nuestra estatalidad moderna. Ignorar eso es borrar nuestra propia historia.”

En su opinión, el llamado “proyecto de la Cuarta República” no nace de la voluntad popular ni de un consenso nacional, sino como consecuencia de la imposición externa de Azerbaiyán y de una “paz” firmada bajo presión. Se lo viste con retórica de renacimiento, pero en esencia, dice, es un intento de legitimar una política de derrotas y concesiones territoriales como si fuera un nuevo comienzo.

“Aquí radica lo más peligroso: la idea de la ‘Cuarta República’ no es la continuación de la Tercera, sino su fractura e interrupción. El problema no está en el número, sino en el contenido —en el atributo de la soberanía, que se diluye bajo el disfraz de esta nueva denominación.”

Surenyants advierte que este enfoque no solo minimiza nuestras victorias pasadas, sino que pone en entredicho la soberanía y la integridad territorial de Armenia. “Como resultado de este ‘experimento’ de Pashinyan —dijo—, no obtendremos un nuevo Estado, sino que nos resignaremos a vivir como un sub-Estado bajo la sombra de Azerbaiyán.”

“Tenemos la Tercera República. Nuestro deber no es borrarla, sino defenderla, fortalecerla y desarrollarla. Ningún gobierno tiene derecho a negar su legitimidad histórica ni los cimientos sobre los que se construyó nuestra estatalidad.”

Finalmente, el politólogo reconoció que sí existe una necesidad urgente: la de un nuevo proyecto nacional y estatal, que sirva de base para un auténtico renacimiento, pero con los pies en la tierra —reconociendo el statu quo impuesto tras la guerra de 44 días—, sin mitologías ni narrativas de ruptura que ocultan retrocesos bajo ropajes de novedad.

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