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Miércoles 26 de Noviembre - Buenos Aires - Argentina
PREMIO MEJOR MEDIO DE PRENSA PUBLICADO EN LENGUA EXTRANJERA - MINISTERIO DE LA DIASPORA DE ARMENIA 2015
Opinion - Hagop Avedikian, Ereván
La paz sigue siendo inalcanzable
30 de Agosto de 2025

Las últimas tres semanas de vacaciones —ya concluidas para nosotros aunque aún en curso para otros— estuvieron marcadas, más allá de los escándalos cotidianos del oficialismo pashinianista y sus maniobras, por dos acontecimientos de gran relevancia: uno regional y otro de alcance global, ambos bajo la promesa de traer paz y ambos celebrados en el mismo lugar, la Oficina Oval de la Casa Blanca, por iniciativa del presidente Donald Trump.

La reunión del 8 de agosto, que el oficialismo insiste en llamar “negociaciones”, fue definida días después por Ilham Aliév como un proceso que se desarrolló exactamente según el rumbo que él mismo había trazado. Y en este caso, su jactancia no puede atribuirse solo a su conocida tendencia a la autoglorificación: todos los puntos expuestos y firmados como memorando de entendimiento reflejan, sin excepción, las condiciones previas repetidas hasta el cansancio por Azerbaiyán. En el documento no aparece ninguna exigencia ni expectativa mínima de la parte armenia: ni sobre el estatus de Artsaj y la población artsají, ni sobre la liberación de prisioneros y secuestrados, ni sobre la devolución de los territorios ocupados de la República de Armenia.

La pregunta inevitable es: ¿por qué viajó Nikol Pashinian a Washington? ¿A quién representaba? ¿Qué defendió en la mesa de la Casa Blanca? ¿Era realmente necesaria la mediación —o más bien la intervención— del presidente Trump, cuando en el texto no figura ninguna garantía suya, salvo su declaración final de estar dispuesto a recibir llamadas si surgieran dificultades?

Fue por ello que muchos calificaron este memorando como un “papel de vergüenza nacional”, mientras que el tercer presidente de Armenia lo describió sin rodeos como un “documento de capitulación”, es decir, la aceptación formal de la derrota.

El único aspecto concreto de ese memorando es la disposición de Estados Unidos a involucrarse directamente en la construcción y gestión del corredor que atravesará Syunik, denominado en el lugar —con ironía y pomposidad— “corredor Trump”. Como ya advertimos, no se trata de otra cosa que de establecer un foco geoestratégico permanente y volátil en el sur del país: una amenaza sostenida contra Irán y contra Rusia, que controla la frontera armenio-iraní, y su utilización como base militar y de inteligencia tanto para EE.UU. como para Israel. En última instancia, el objetivo es socavar la seguridad de la base militar rusa N.º 102 en Gyumrí, e incluso preparar el terreno para su eventual expulsión. Un proyecto que, como quedó demostrado en los últimos días, cuenta con un grupo de operadores bien financiados y organizados.

No hace falta ser experto en geopolítica o estrategia militar para comprender los peligros que se avecinan. El memorando del 8 de agosto —firmado, no firmado o “pre-firmado”—, pese a las declaraciones autocomplacientes, pacifistas y teatrales del oficialismo y de su líder, junto con las promesas de prosperidad dolarizada, solo augura nuevas calamidades para nuestro Estado. Peor aún, todavía quedan “tareas pendientes” que Aliév le impuso a Pashinián: distorsionar la Declaración de Independencia y la Constitución; perseguir a los patriotas; entregar a los héroes defensores de la patria a la misericordia del enemigo, todo con el único fin de mantener los resortes del poder en manos del actual grupo gobernante.

Mientras las palancas del Estado y sus recursos permanezcan en manos de este círculo, la paz —y mucho menos una paz duradera— seguirá siendo para nuestro pueblo y nuestra nación un sueño inalcanzable.

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