Quiero contarles un "secreto"
En este momento, se está exagerando artificialmente la influencia y el peso político de Azerbaiyán. Se ha construido una narrativa que presenta al país como un actor emergente y poderoso en el Cáucaso del Sur. Sin embargo, esa imagen es engañosa. La economía azerbaiyana, profundamente dependiente del comercio de petróleo y gas, estaría enfrentando colapsos económicos si no fuera por los flujos energéticos internacionales.
Pero no todo favorece a Azerbaiyán. De hecho, durante décadas, el país ha funcionado como un instrumento estratégico de contrapeso para distintas potencias globales:
Estos intereses geopolíticos, energéticos y estratégicos están siendo actualmente reconfigurados. El mundo cambia: los intereses se transforman, las relaciones entre estados evolucionan y las zonas de conflicto se desplazan. Los giros estratégicos globales también modifican la percepción sobre las antiguas áreas de importancia estratégica. Y en este nuevo escenario, Azerbaiyán ya no goza de la misma posición privilegiada.
Además, hay un factor decisivo que no debe subestimarse: el presidente Ilham Aliyev depende de manera casi absoluta del apoyo de Recep Tayyip Erdoğan. No solo para legitimar su régimen, sino también para avanzar en los planes pan-turcos que el líder turco ha promovido desde hace años. En ese contexto, todo puede ocurrir. La alianza con Turquía, aunque útil en el corto plazo, podría convertirse en una trampa estratégica si las tensiones entre Ankara y Occidente aumentan o si las prioridades de Erdogan cambian.
Por lo tanto, tras la fachada de potencia regional, Azerbaiyán sigue siendo un actor subordinado a intereses extranjeros, cuya estabilidad y autonomía dependen de factores externos que pueden volverse inestables en cualquier momento.