SECCIONES
ARMENIA
LOCALES
DIÁSPORA
UGAB
INSTITUCIONES
EMPRENDIMIENTOS Y PYMES
OPINION
AGENDA
SOCIALES
Temp.: -
Hum.: -
Lunes 11 de Agosto - Buenos Aires - Argentina
PREMIO MEJOR MEDIO DE PRENSA PUBLICADO EN LENGUA EXTRANJERA - MINISTERIO DE LA DIASPORA DE ARMENIA 2015
Opinion - Vardan Oskanian, ex ministro de Asuntos Exteriores de Armenia
Armenia no debe ceder ni un centímetro de su soberanía en Syunik
08 de Agosto de 2025

Hoy, en Washington, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, recibirá al primer ministro de Armenia, Nikol Pashinian, y al presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev. Es probable que el encuentro culmine con un acuerdo sobre una vía de tránsito entre Azerbaiyán y Najicheván, que podría presentarse como un “avance” mediado por Estados Unidos, e incluso ser bautizado como la Trump Road for International Peace and Prosperity (TRIPP).

Antes de aplaudir, hay que decirlo con claridad: no importa si el corredor será administrado por Armenia, por Estados Unidos o por algún “gestor internacional”; si se arrendará por cien, diez o un solo año; si se presentará como la “carretera neutral de Syunik” o se envolverá en fórmulas diplomáticas suaves. El hecho esencial es que Armenia aceptaría ceder temporal o permanentemente el control sobre una parte de su territorio soberano. Y eso es inaceptable.
Lo verdaderamente indignante no es si el acuerdo es “bueno” o “malo”, sino que exista.

Desde hace años, el llamado “corredor de Zangezur” ha sido usado por Bakú como arma política para poner en duda la soberanía de Armenia y remodelar el equilibrio posterior a la guerra. En lugar de rechazar de plano esa exigencia, la mediación de Washington la ha legitimado, convirtiendo una imposición artificial de Azerbaiyán en un tema “abierto a soluciones creativas”. En términos diplomáticos, es como negociar cuánto terreno de su jardín cedería uno, en vez de exigir que la cerca permanezca en su sitio.

Bajo el disfraz de debates “técnicos”, sobre modelos de gestión, plazos de arrendamiento y supuesta neutralidad del administrador, Armenia está siendo arrastrada a una trampa que presenta el corredor como inevitable. Cuando la discusión se traslada al terreno de cómo funcionará, en lugar de si debe existir, el principio mismo de soberanía ya ha sido vulnerado.

Debe afirmarse sin ambigüedades: Armenia nunca ha accedido a conceder a ningún país un paso extraterritorial por Syunik. Su legislación prohíbe expresamente arrendar tierras para tal fin. La propia iniciativa armenia “Cruce de la Paz” contempla la conectividad regional sobre la base de soberanía, jurisdicción, reciprocidad e igualdad. El proyecto “TRIPP”, que entregaría durante décadas el control de un tramo de carretera a Estados Unidos, viola estos cuatro principios.

Irán ya ha declarado abiertamente que no tolerará ninguna presencia extranjera en Syunik. No es mera retórica: Syunik es una zona vital estratégica para Armenia y un eslabón clave del eje norte–sur. Convertirlo en moneda de cambio de un espectáculo geopolítico pone en riesgo tanto la seguridad armenia como la estabilidad regional.

Quienes apoyan este acuerdo dirán que es un “compromiso realista” para avanzar en las negociaciones de paz. Pero, ¿qué clase de paz comienza con la erosión de la soberanía de una de las partes? Algunos sostendrán que la presencia de Estados Unidos sería una “garantía neutral”. Sin embargo, no hay neutralidad cuando el corredor mediado cumple exactamente la exigencia de Azerbaiyán.

Si el objetivo es una paz verdadera, esta debe inspirar confianza en ambas partes. Si Azerbaiyán insiste en que no puede confiar en utilizar carreteras armenias para llegar a Najicheván sin un “corredor Trump”, entonces, por reciprocidad, debería existir también un “corredor Trump” en territorio azerbaiyano que permita a los armenios acceder con seguridad al Caspio para comerciar o viajar.

El encuentro Pashinian - Aliyev - Trump podrá ser presentado por algunos como un triunfo diplomático. En realidad, consolida una cesión inaceptable en el marco del proceso de paz. Este corredor nunca debió entrar en la agenda. En lugar de aplaudir “ingeniosos” compromisos sobre sus condiciones, la única postura verdaderamente principista es su rechazo total.

Más leídas