El precio del poder: ¿paz o rendición?
Por Andranik Tevanian – Líder de la alianza “Madre Armenia”
Nikol Pashinian entregó Artsaj y trató de justificarse con el argumento de que, a cambio, preservó la soberanía de Armenia y no cedió el corredor de Syunik. Pero en esa justificación se condensan tres elementos profundamente preocupantes: la irresponsabilidad política, la traición y la inmoralidad.
Fue un acto de irresponsabilidad haber cedido Artsaj bajo la mediación de Biden, Macron, Michel y Erdogan, confiando en que estos líderes garantizarían la seguridad de Armenia, partiendo del supuesto de que Rusia perdería la guerra en Ucrania. Esa apuesta fallida debilitó gravemente la posición geopolítica del país.
La traición consistió en asestar un golpe directo al sistema de seguridad nacional de Armenia al tomar la decisión consciente de permitir la destrucción total de Artsaj. En lugar de buscar una solución nacional con base en los intereses del Estado, se optó por decisiones impuestas desde el exterior, que dañaron irreversiblemente los intereses estratégicos armenios.
Y fue, además, un acto profundamente inmoral sacrificar la vida de 120 mil armenios para sostener un poder personal. La vida, la seguridad y la dignidad de una población entera fueron colocadas sobre el altar de la supervivencia política.
Hoy, Pashinian inicia la segunda etapa de su narrativa del “pero al menos…”. Ahora dice: “Sí, entregamos el corredor de Syunik, pero al menos no estará bajo control ruso, sino estadounidense”. Es decir, el concepto de soberanía nacional vuelve a deformarse según las conveniencias políticas del momento. Esta nueva lógica de concesiones disfrazadas de logros no es otra cosa que una repetición del 6 de octubre, pero con consecuencias aún más graves para el país.
En realidad, el llamado “corredor de Zangezur” será controlado por turcos y azerbaiyanos. Inicialmente, se planea un reparto en el que Armenia tendría el 30 % del control y ellos el 70 %, pero no pasará mucho tiempo antes de que el dominio sea absoluto por parte de Ankara y Bakú.
Nikol Pashinian no está construyendo una encrucijada de paz, como proclama, sino un verdadero corredor panturánico. Ese es el precio que está dispuesto a pagar para mantenerse en el poder: la entrega progresiva del país.
El cuervo de la guerra que sobrevoló la derrota hoy se disfraza de paloma de la paz. Pero no hay paz posible si esta se construye sobre la entrega de la soberanía, la división interna y la anulación de la voluntad nacional.