"¿Por qué en 2018 las grandes potencias, de mutuo acuerdo, llevaron al poder en Armenia a un gobierno evidentemente antinacional y antiarmenio? ¿Y por qué lo han defendido con tanto empeño hasta el día de hoy?"
A esta pregunta, que se ha hecho más urgente a la luz de los últimos acontecimientos, el analista político Armen Ayvazian ofrece una respuesta inquietante: el objetivo no era solo entregar Artsaj despoblado a Azerbaiyán, sino liquidar suavemente la República de Armenia como Estado soberano e integrarla bajo control político y económico turco-azerbaiyano.
El actual gobierno, encabezado por Nikol Pashinian, no sería otra cosa que una comisión de liquidación al servicio de los intereses globalistas. Su función, señala Ayvazyan, sería la de asumir toda la responsabilidad pública por la destrucción de Armenia, para que los verdaderos organizadores permanezcan en las sombras, sin rendir cuentas.
Aquellos que culpan exclusivamente al pueblo armenio por la pérdida de Artsaj, advierte el politólogo, están repitiendo, consciente o inconscientemente, el discurso de los enemigos de Armenia.
Las decisiones más graves y peligrosas para el país se han tomado a espaldas del pueblo armenio, obedeciendo instrucciones externas.
Ayvazian señala tres obstáculos importantes que hoy dificultan la consumación de este programa:
La resistencia del pueblo armenio
Aunque actualmente desorganizada y sin un liderazgo político confiable, la sociedad armenia no se ha rendido. Sigue oponiéndose, por fragmentos, al plan de turquificación del país. Esta resistencia, aunque dispersa, aún puede sorprender tanto a los colonizadores como a sus representantes locales.
La firme oposición de Irán
Como potencia regional, la República Islámica de Irán rechaza frontalmente la posible desaparición de Armenia. Irán comprende claramente que una Armenia desmantelada abriría el camino a la expansión panturánica, respaldada por Occidente e Israel, contra el propio Irán, con el objetivo de desmembrarlo territorialmente.
Tensiones dentro de Rusia
El alineamiento prematuro de Azerbaiyán con una agenda antirrusa ha generado inestabilidad en Moscú respecto a su política de sacrificar a Armenia. Si bien existen altos funcionarios proazerbaiyanos y proturcos en el gobierno ruso, en los círculos de seguridad comienza a surgir una demanda de revisar la política hacia el Cáucaso Sur. Las consecuencias de este cambio todavía no están claras.
Todo se está desarrollando a una velocidad vertiginosa. Según Ayvazian, se buscará imponer a Armenia una capitulación definitiva, que podría venir bajo la forma de un "tratado de paz", la entrega de soberanía sobre las rutas estratégicas de Syunik (también llamadas “el puente de Trump”) u otra presentación "atractiva".
Pero el fondo sería el mismo: la autoliquidación del Estado armenio bajo envoltorio diplomático.
¿Está la sociedad armenia preparada para enfrentar esta encrucijada histórica? ¿Podrá surgir un liderazgo legítimo y soberano antes de que sea demasiado tarde?
Armen Ayvazian
Politólogo, doctor en historia, especialista en geopolítica del Cáucaso