El primer ministro armenio, Nikol Pashinian, ha tenido una idea brillante: organizar una poderosa manifestación en la plaza Vagharshapat con la ayuda de sus partidarios y simpatizantes justo al lado de la Santa Sede.
¿Qué es esto sino una provocación consciente para humillar a la Iglesia ante la multitud? ¿Acaso no se da cuenta de que los seguidores de la Iglesia son mucho más numerosos que sus partidarios?
Claro que lo sabe, pero su objetivo es aplastar esa misma fuerza, quizás para merecer la gloria de Nerón. La acción de Pashinian es extraordinaria y peligrosa, sobre todo desde otra perspectiva. La principal tarea de cualquier gobierno es garantizar la estabilidad interna del país y la seguridad del pueblo. Mientras tanto, todas las medidas del gobierno armenio buscan perturbar la estabilidad y sembrar el caos en el país.
La única manera de enfrentar las amenazas externas es garantizar la estabilidad interna. Si esto sucede, las amenazas causadas por factores externos disminuirán de inmediato y las partes en conflicto encontrarán la oportunidad de iniciar negociaciones bilaterales constructivas. Para ello, deben cesar de inmediato las expresiones abusivas y amenazas mutuas y, partiendo del interés de la Patria, intentar llegar a un acuerdo incluso en los asuntos más delicados.
La principal tarea de cualquier Estado es garantizar la estabilidad política interna del país, pues su opuesto es el caos. Las conmociones suelen ser provocadas por las fuerzas políticas de oposición, mientras que en Armenia ocurre exactamente lo contrario. Pashinian, afectado por el síndrome de megalomanía, suele agravar la situación él mismo.
En mi opinión, la cancelación de la manifestación prevista en Vagharshapat y la liberación de los presos políticos, principalmente los arzobispos Bagrat, Michael y Samuel Karapetian, contribuirían en gran medida a eliminar el enfrentamiento entre las fuerzas opuestas, o al menos a mitigarlo. Hoy en día, esta es la única manera de aliviar la tensión política interna en Armenia.
Confío en que no solo no perjudicará la autoridad de Pashinian, sino que, por el contrario, esta medida, digna de un estadista, será apreciada por todos los armenios. Esto tendrá un efecto positivo, especialmente para negociar con fuerzas externas desde una posición más segura. Es evidente que cuanto más complicada se vuelve la situación política interna en Armenia, más se debilita nuestra posición en el ámbito de las relaciones exteriores.
Primer presidente de Armenia, Levon Ter-Petrosyan