Quisiera centrarme concretamente en un párrafo de la declaración oficial publicada por Ereván tras la reunión de Abu Dhabi.
"Las partes confirmaron que las negociaciones bilaterales son el formato más eficaz para abordar todas las cuestiones relacionadas con el proceso de normalización de las relaciones, y sobre esta base se llegó a un acuerdo para continuar dicho diálogo orientado a resultados", se lee en el comunicado oficial publicado.
Esta declaración beneficia exclusivamente a Bakú y, por el contrario, convierte el proceso de negociaciones en una trampa para Ereván.
En condiciones de desequilibrio de poder, las negociaciones directas sólo son útiles cuando las partes realmente buscan un compromiso.
Cualquiera que siga a diario las declaraciones de los funcionarios azerbaiyanos o las tesis de la propaganda estatal azerbaiyana, argumentará razonablemente lo contrario: Bakú pretende sacar lo máximo de Ereván.
Las negociaciones directas en el actual desequilibrio de poder podrían ser mucho más riesgosas que beneficiosas para Armenia, especialmente si no existen plataformas internacionales que puedan proporcionar equilibrio, presión y garantías.
¿Cuáles son los peligros de las negociaciones directas para Armenia?
Azerbaiyán, aprovechando su ventaja de poder, puede imponer demandas unilaterales a Armenia:
Por ejemplo, concesiones territoriales bajo el disfraz de demarcación, lógica de corredores en el proceso de desbloqueo de las comunicaciones, retorno de refugiados, reducción de las capacidades del ejército, etc.
Los mediadores equilibran las posiciones de las partes hasta cierto punto, especialmente desde la perspectiva de proteger los intereses de la parte más débil, Armenia. Sin estos mediadores, las partes no actúan como entidades iguales en la mesa de negociaciones.
En este sentido, está en juego la lógica de la capitulación continua.
Los formatos de mediación cuentan con mecanismos de control, seguimiento y registro claro. Sin ellos, el acuerdo entre Armenia y Azerbaiyán, incluso si se firma, no puede garantizar una paz estable.
Teniendo en cuenta estos factores, sigo sosteniendo que el contexto del 9 de noviembre fue el menor de los males para Armenia, que fue derrotada en la guerra de 44 días.