La administración del presidente estadounidense Donald Trump presentó una propuesta a Ereván y Bakú sobre una carretera que conectará Azerbaiyán con Najicheván a través de territorio armenio, informa la analista de Carnegie Endowment, Olesya Vardanian , citando a dos diplomáticos extranjeros.
La propuesta estadounidense es similar a la versión que circuló la Unión Europea hace años, basada en el plan acordado entre Rusia y Georgia tras la guerra de 2008. Según esta, las partes planeaban transferir la gestión de las rutas que atraviesan las regiones en disputa de Abjasia y Osetia del Sur a una empresa suiza independiente, que se encargaría de transferir los datos logísticos a todas las partes interesadas.
La Unión Europea también sugirió que Ereván y Bakú siguieran este precedente, pero “las discusiones se vieron interrumpidas: primero por nuevos brotes de tensión en la frontera entre Armenia y Azerbaiyán, y luego, en 2023, tras la escalada de la situación en Nagorno-Karabaj”, escribe la analista de Carnegie.
El futuro de las comunicaciones de transporte sigue siendo la principal cuestión pendiente en el Cáucaso Sur: el "Corredor Medio", que podría convertirse en una alternativa a las rutas a través de Rusia, conectando China con Europa a través de Asia Central, el Mar Caspio y el Cáucaso Sur, que ha cobrado enorme importancia, especialmente tras la invasión rusa a Ucrania. Parte de esta ruta podría, en teoría, pasar por Armenia, conectando Turquía con Azerbaiyán y posteriormente con Asia Central, donde Ankara tiene intereses y beneficios especiales.
“Bakú, en general, no se opone”, afirma la analista de Carnegie, y añade: “Al mismo tiempo, Azerbaiyán insiste en que debería comenzar con la apertura de una carretera del sur, que conectaría Azerbaiyán con su enclave, Najicheván.
Este proyecto fue incluido por Bakú en el documento trilateral firmado con la mediación de Moscú al final de la Segunda Guerra de Karabaj, que preveía la participación de Rusia en la futura gestión de la ruta”.
Sin embargo, hoy Ereván se opone, insistiendo en que debe ejercer el control, desde los derechos de aduana y el control de pasaportes hasta la seguridad, señaló la analista, y continuó diciendo que Bakú, a su vez, afirma que no está listo para invertir en un proyecto de transporte cuyo destino puede estar en duda, por ejemplo, "si hay un cambio de poder en Armenia", escribe la analista de Carnegie, citando sus fuentes, y agrega que Azerbaiyán exige la participación de un garante externo para asegurar el funcionamiento estable de la ruta.
Al parecer, Turquía también comparte esta postura, aunque Ereván aún espera convencer a Ankara de que reconozca el derecho de Armenia a tener pleno control sobre la ruta.
En estas circunstancias, la propuesta estadounidense presentada es en líneas generales similar a la europea, que preveía externalizar la gestión de la carretera a una empresa privada extranjera. «Al mismo tiempo, la propuesta de Washington se basa en la lógica estadounidense, según la cual el garante del acuerdo debería ser el sector empresarial estadounidense, como ya ocurrió, por ejemplo, en el acuerdo sobre metales raros en Ucrania», argumenta Olesya Vardanian, ex analista sénior del International Crisis Group, que sigue de cerca el conflicto de Karabaj.
Para impulsar esta opción, según sus fuentes, Washington tendrá que hacer grandes esfuerzos: «O convencer a Azerbaiyán de que abandone su exigencia de cambiar la Constitución armenia y firme un acuerdo de paz. Esto se puede lograr, por ejemplo, invitando a Ilham Aliyev a la Casa Blanca», señala la columnista.
La segunda opción, según la presentación, es presionar a Ereván para que acepte el modelo estadounidense y abandone la exigencia de control total sobre el tramo armenio de la ruta. Argumentando que esta opción es más realista, la analista de Carnegie escribe que, con toda probabilidad, Armenia también se verá obligada a abandonar sus esperanzas de concluir finalmente un acuerdo de paz con Azerbaiyán rápidamente y superar rápidamente su prolongado aislamiento.
Aunque las discusiones todavía están en sus etapas iniciales y los detalles podrían cambiar, un funcionario estadounidense expresó confianza en su éxito: "El presidente Trump podría incluso ganar un Premio Nobel por esto", le dijo a un analista de Carnegie.