Su Santidad el Papa Francisco: Pastor ejemplar, auténtico líder espiritual y buen amigo de los armenios
23 de abril de 2025
por The Armenian Mirror-Spectator
Por el Arzobispo Khajag Barsamian
El fallecimiento de Su Santidad el Papa Francisco, poco después de la gozosa celebración de la resurrección de Cristo, fue recibido con profundo pesar. En ese Día de la Memoria, según el calendario de la Iglesia armenia, los pensamientos se dirigieron a las inspiradoras palabras de San Pablo en su segunda carta a Timoteo, donde reflexiona sobre la lucha que ha librado y la carrera que ha finalizado. El Papa Francisco encarnó este espíritu, dedicando su vida a su ministerio hasta sus últimos momentos.
Como líder espiritual, el Papa Francisco fue una presencia constante, especialmente en ocasiones significativas como el Domingo de Pascua. Saludó a los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro con el sentido mensaje de "Buena Pascua", envolviéndolos en su cuidado pastoral.
La calidez de su personalidad y la sinceridad de sus preocupaciones trascendieron fronteras; Tenía un profundo interés por el pueblo armenio, demostrando su afecto en numerosas interacciones personales.
Habiendo tenido el privilegio de estar en su presencia en múltiples ocasiones, recuerdo vívidamente cómo preguntaba con cariño: "¿Cómo están nuestros armenios?". Su conexión con Armenia no era solo diplomática; era profundamente personal. Este vínculo era evidente en su amistad con mi compañero de clase, el arzobispo Kissag Mouradian, de los días que pasaron juntos en Argentina. Además, la noche anterior al centenario del Genocidio Armenio en la Basílica de San Pedro, el Papa Francisco ofreció una cena en honor al Católicos Karekin y al Católicos Aram, enfatizando la importancia de recordar a los mártires del Genocidio. La humildad fue un sello distintivo de su liderazgo. A pesar de ocupar un cargo tan prestigioso, eligió residir en las habitaciones más sencillas de Domus Marta, bajando cada mañana al desayuno buffet de autoservicio junto con el personal y los huéspedes. Este acto de sencillez decía mucho de su carácter, ejemplificando la modestia cristiana y un genuino liderazgo de servicio. Con claridad y valentía, se dirigió a la congregación en esa mañana crucial, declarando el Genocidio Armenio como “el primer Genocidio del siglo XX”, haciéndose eco del dolor de una comunidad que había sufrido enormemente.
Durante mi audiencia con él, donde fui nombrado por Su Santidad el Catholicós para representar a la Iglesia Armenia ante la Santa Sede, sentí la profundidad de su cuidado pastoral cuando me estrechó la mano con fuerza y me preguntó con seriedad: “¿Va todo bien? ¿Está tranquilo?”. Este gesto demostró su dedicación a construir relaciones y comprender los desafíos que enfrentan los demás.La distinción de Armenia como la primera nación cristiana del mundo motivó la visita del Papa Francisco a Armenia y fue un momento profundamente significativo no solo para el pueblo armenio, sino también para la comunidad cristiana mundial. Su presencia en Ereván, en particular durante la celebración en la Plaza de la Independencia, irradió alegría y esperanza, reforzando el vínculo histórico entre el Vaticano y Armenia. El Santo Padre pronunció un conmovedor mensaje, haciendo referencia a figuras ilustres de la Iglesia armenia, como el Catholicós Nerses el Gracioso y el venerado San Gregorio de Narek. Al citar a San Gregorio de Narek como "la constitución del pueblo armenio", el Papa Francisco enfatizó el papel de la fe y la espiritualidad como elemento fundamental de la identidad armenia. Su afirmación de que "el mundo entero te necesita" sirvió tanto de desafío como de estímulo para que los armenios compartieran su rica herencia y su profunda fe con la comunidad internacional.
Al reflexionar sobre esta visita, recuerdo un momento particularmente sombrío para nuestra nación. Los armenios de Artsaj se enfrentaron a la desgarradora necesidad de abandonar su patria ancestral, una situación cargada de dolor e incertidumbre. En ese momento, asistí a un Sínodo de la Iglesia Católica en el Vaticano, donde el Papa Francisco expresó su profunda preocupación y empatía por la difícil situación del pueblo armenio. Su respuesta compasiva no solo consistió en ofrecer oraciones, sino también en buscar una mayor conexión pidiendo el número de teléfono de Karekin, el Catholicos. Este gesto resaltó el compromiso inquebrantable del Papa con la causa armenia y su deseo de ser una fuente de fortaleza en nuestros momentos más difíciles.
El último encuentro que tuve con el Papa Francisco estuvo marcado por la calidez y la seriedad, y tuvo lugar apenas unos días antes de su hospitalización. Al recibirme con una amable sonrisa y un beso en mi Panagia, el Papa destiló bondad incluso en medio de sus propios problemas de salud. Mientras buscaba su bendición, su silenciosa súplica de oraciones por él resonó profundamente en mí. Reveló la humildad y la vulnerabilidad de un líder que constantemente soporta las cargas del mundo con gracia.
Para concluir, elevamos nuestras oraciones por Su Santidad, suplicando al Señor que le conceda la Corona de Justicia en su reino. Santo Padre, su ejemplo, sus mensajes de paz y su inquebrantable apoyo al pueblo armenio sigue inspirándonos.
Nos comprometemos a escuchar tu llamado y a extender las virtudes de nuestra fe cristiana más allá de nuestras fronteras para hacer realidad la esperanza que tan elocuentemente expresaste en tu ministerio para nosotros y para el mundo.
(El Arzobispo Khajag Barsamian es el Legado Pontificio en Europa Occidental y Representante de la Iglesia Armenia ante la Santa Sede).
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