Especial para el Mirror-Spectator
¿Cuál es la situación de los armenios sirios cuatro meses después de la caída del régimen de Assad?
El cambio de régimen en Siria tuvo un impacto inmenso en la ya menguante comunidad armenia del país. Si bien los temores iniciales de ataques a gran escala contra las comunidades cristianas resultaron, afortunadamente, infundados, los armenios, como la mayoría de los cristianos, se habían sentido relativamente seguros bajo el secularismo estatal del gobierno de Asad.
Sin embargo, el surgimiento de nuevas autoridades, compuestas principalmente por antiguos grupos rebeldes islamistas bajo el ahora disuelto Hay'at Tahrir al-Sham, ha dejado a la población con un temor persistente, insegura ante el futuro. Los trágicos sucesos ocurridos en la costa siria en marzo, marcados por una masacre de civiles inocentes a manos tanto de islamistas como de miembros de las fuerzas de seguridad, han exacerbado esta incertidumbre. Particularmente alarmantes fueron los informes de que dos armenios se encontraban entre las víctimas.
En Alepo, principal centro de población sirio-armenio, se permitió a los cristianos, incluidos los armenios, celebrar la Navidad, pero la vida no ha vuelto del todo a su estado anterior al conflicto. Un cambio notable es que las tiendas de propiedad cristiana ahora cierran los viernes —día de descanso musulmán—, mientras que permanecen abiertas los domingos. La misma pauta se aplica a las escuelas: aunque permanecen abiertas, deben adherirse al calendario islámico. Por ejemplo, se ordenó a las escuelas armenias cerrar durante la festividad del Eid al-Fitr. Además, el alcohol está prohibido y se han registrado incidentes aislados de agresiones verbales y físicas por parte de musulmanes. A pesar de estos desafíos, las nuevas autoridades no han atacado sistemáticamente a los cristianos.
Al mismo tiempo, la decisión del gobierno de transición de elevar la injerencia de la ley islámica en la constitución provisional ha generado aún más temores entre los armenios, muchos de los cuales están profundamente preocupados por la preservación de sus libertades y derechos religiosos. No obstante, las organizaciones e iglesias armenias siguen operando y manteniendo sus actividades regulares, mientras que los líderes comunitarios y religiosos mantienen un estrecho contacto con las autoridades.