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Opinion - Edmond Y. Azadian
Un dilema moral: ¿Debería Armenia enviar ayuda a Turquía afectada por el terremoto?
17 de Febrero de 2023

Otro tema candente fue arrojado al ya sobrecalentado debate público en Armenia en medio del enfrentamiento entre Armenia y Rusia, el corredor bloqueado de Lachin y las negociaciones estancadas del tratado de paz entre Armenia y Azerbaiyán, entre otros.

De hecho, la iniciativa de la administración del primer ministro Nikol Pashinian de enviar socorristas y ayuda a Turquía, sacudió las noticias y las redes sociales en Armenia.

La mayoría de las voces de la oposición criticaron la iniciativa, mientras que las fuentes gubernamentales y los medios de comunicación, favorables al régimen, defendieron la medida con varios motivos.

El debate sigue vigente en Armenia, ya que la atención mundial se centra en Turquía y Siria, desde donde se transmiten imágenes traumáticas y trágicas del trabajo de rescate.

Armenia envió un equipo de socorristas de 28 personas a Turquía, acompañado de cinco camiones llenos de alimentos, agua y suministros médicos. Armenia también envió un equipo de rescate de 29 personas a Siria, mientras que Azerbaiyán y Georgia se han negado a ayudar a los sirios. Por primera vez en 33 años, Turquía abrió la frontera terrestre en el puente de Margara para recibir el paquete de ayuda de Armenia con destino a la provincia de Adiyaman, una de las más golpeadas por el devastador terremoto del 6 de febrero, cuyo epicentro estuvo en Gaziantep.

“Siempre recordaré la generosa asistencia enviada por el pueblo de Armenia para ayudar a aliviar el sufrimiento de nuestro pueblo en la región afectada por el terremoto en Turquía”, dijo el embajador Serdar Kiliç, el principal negociador para reiniciar las relaciones diplomáticas con Armenia, a su homólogo, Rubén Rubinian.

El primer ministro Pashinian llamó al presidente Recep Tayyip Erdogan para expresar sus condolencias, a lo que Erdogan respondió: “El gobierno turco valora mucho el apoyo de Armenia, ponderando ese paso también desde el punto de vista de profundizar aún más el diálogo entre los dos países”.

Por supuesto, estos intercambios no se extienden más allá de los límites del protocolo. Sin embargo, está surgiendo un mensaje optimista del lado armenio en un esfuerzo por justificar la iniciativa. Así, explica el canciller Ararat Mirzoian, “nosotros mismos vimos las consecuencias desastrosas que puede tener un terremoto y no estábamos solos en ese momento. … Hay un diálogo, como saben, sobre la apertura de las fronteras y el establecimiento de relaciones diplomáticas”.

Los partidos de oposición en el parlamento han reaccionado negativamente a las acciones. “Turquía abrió el cruce fronterizo de Margara porque lo necesitaba y mantendrá la frontera cerrada hasta que Armenia cumpla con todas las demandas de Turquía”, dijo Arthur Khachatrian, miembro de la Alianza Hayastan.

Tigran Abrahamian, del partido Badiv Unim, agregó: “No creo que la ayuda humanitaria y las declaraciones de apoyo de Armenia sean importantes para lograr que Turquía se posicione correctamente en las relaciones turco-armenias”.

Fuera del marco del debate del gobierno, los medios están llenos de comentarios, algunos extravagantes y extraños, pidiendo a Turquía que se arrepienta o compense a Armenia por el genocidio, o que reconozca a Armenia, a cambio de la ayuda por desastre.

Hay algo llamado diplomacia del desastre, que exige que los jefes de gobierno responsables, se comporten de cierta manera, sin importar lo que dicte la política predominante. En 1999, el presidente Robert Kocharian envió un mensaje de condolencias a Turquía, donde un terremoto había golpeado el área de Izmit, causando 17.000 víctimas. Del mismo modo, el presidente Levon Ter-Petrosian asistió al funeral del presidente Turgut Ozel, ya que la Media Luna Roja Turca había enviado ayuda a Armenia durante el terremoto de 1988 en Gyumri. Aún así, pocos armenios han olvidado los vítores y gritos de alegría de Turquía cuando el terremoto asoló Armenia en 1988.

Durante todas estas actividades, las condiciones políticas existentes no impidieron que los Estados tomaran posiciones humanitarias.

Si consideramos la ayuda de Armenia a Turquía en un nivel emocional o desde la perspectiva de las realidades políticas actuales, ciertamente nos abstendríamos de tales actos caritativos, particularmente teniendo en cuenta el mensaje que el presidente Erdogan envió al presidente Ilham Aliyev de Azerbaiyán, al recibir las condolencias de este último y su oferta de apoyo. El Sr. Erdogan elogió a Aliyev por la ayuda de Azerbaiyán y afirmó que Azerbaiyán apoya a Turquía tal como Turquía apoyó a Azerbaiyán durante la Guerra de los 44 Días.

Armenia debe elegir el terreno moral superior, ya sea que Turquía lo aprecie o no. Tiene que vivir según sus propios valores y no debe permitir que Turquía, o cualquier otra parte, defina a Armenia. Armenia tiene que ser definida por sus propios valores. Como parte de la comunidad internacional, será juzgada por sus propias políticas, que ciertamente están en línea con las del mundo civilizado.

La magnitud de este terremoto y la devastación en Turquía sin duda servirán como punto de inflexión para las políticas maximalistas de Erdogan en la región y en todo el mundo. Turquía y Azerbaiyán nunca cambiarán sus objetivos políticos, pero los tremendos recursos necesarios para la recuperación no sustentarán sus ambiciones.

Todo tipo de mercenarios, yihadistas y elementos criminales amparados por Turquía para sus aventuras exteriores ya se han liberado y están obstaculizando las actividades de rescate de grupos extranjeros y seguramente se volverán contra el régimen de Erdogan cuando no pueda controlarlos.

Las encuestas realizadas antes del terremoto ya indicaban la disminución de la popularidad de Erdogan. El terremoto seguramente los reducirá aún más, porque no podrá cumplir con su fecha límite de reconstruir la zona del desastre dentro de un año.

El esfuerzo de recuperación necesitará una fuerte suma de dinero del mundo occidental, particularmente de EE. UU., que a cambio buscará domar las tendencias de intimidación de Erdogan, como su chantaje a los aliados de la OTAN al bloquear la admisión de Finlandia y Suecia en esa estructura. Además, ya no podrá seguir molestando a sus benefactores al cerrar acuerdos separados con Rusia, comprometiendo los intereses occidentales. Las políticas de Ankara serán más predecibles y controlables a medida que se vuelva más dependiente de Occidente.

Además, el terremoto ha dañado las instalaciones petroleras turcas en Iskenderun, al menos retrasando los planes para convertir a Turquía en un centro energético a través de la cooperación con Rusia.

Estaba surgiendo una configuración de fuerzas que unía a Turquía, Azerbaiyán e Israel para desencadenar un conflicto con Irán. La retórica de guerra de Azerbaiyán y los ataques con aviones no tripulados de Israel contra Irán ya han constituido el preludio de una gran conflagración en la región, lo que hace que Armenia sea un daño colateral. Esa aventura tendría que posponerse o suspenderse por un período indefinido, a menos que Israel lo haga solo.

Con el apoyo restringido de Ankara y el estacionamiento de observadores de la Unión Europea en las fronteras de Armenia, la beligerancia de Azerbaiyán será contenida por un tiempo, permitiendo un respiro para que Armenia se recupere y se rearme (esperamos). La insistencia constante de Ankara estaba haciendo que Bakú mantuviera a Armenia bajo la amenaza de una guerra inminente y perpetua.

El terremoto también tendrá un impacto en la política interna de Turquía, dañando seriamente las posibilidades de reelección de Erdogan el 14 de mayo. O tiene que posponer las elecciones, o jugar una mala pasada para alejar la ola de descontento popular que surge del desastre. Ya está culpando a otros por construcciones de mala calidad y ha estado recorriendo las áreas afectadas con generosas promesas de ayuda, que no puede pagar. Ha estado encarcelando a sus críticos y se ha atribuido el mérito de toda la ayuda extranjera.

El auge de la construcción en los últimos 20 años parece ser la perdición de Erdogan. La mayoría de los contratos durante ese período de auge se otorgaron a los compinches de Erdogan, quienes se aprovecharon de los códigos de construcción laxos o los ignoraron por completo. Durante ese período, los contratistas eludieron los códigos de construcción, aumentando los beneficios y poniendo en riesgo a los residentes.

Un video tomado durante las elecciones locales de 2019 en Marash muestra a Erdogan alardeando de que “resolvimos los problemas de 144.150 ciudadanos de Marash con eximiciones de zonificación”.

En otra parada en la provincia de Hatay, Erdogan anunció: “Hemos resuelto los problemas de 205.000 ciudadanos en Hatay con la zonificación benévola”.

La publicación turca Duvar , citada por Insider, escribe: “Buğra Gökçe, el subsecretario general de la Municipalidad Metropolitana de Estambul, dijo que 294.165 edificios en las áreas afectadas se habían beneficiado” de las amnistías de construcción de 2018, suspendiendo los estrictos códigos de construcción de zonas sísmicas... . Cuarenta mil de esos certificados se encuentran en la región de Gaziantep, muy afectada.

El líder de la oposición Kemal Kilicdaroglu dijo: “Si hay una persona responsable de todo esto, es Erdogan”.

La oposición se está uniendo, viendo la oportunidad de derrocar a Erdogan, algo que no se habrían atrevido a esperar hace un mes.

Erdogan es un sobreviviente político astuto y será interesante ver si sobrevivirá a todo esto aplicando sus viejos métodos. 

Con o sin la ayuda de Armenia, la política turca seguirá su curso.

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