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Opinion - Edmond Y. Azadian
¿Está Karabaj condenado?
09 de Enero de 2022

Una ruptura política entre Armenia y Karabaj puede resultar extremadamente peligrosa, con resultados sin precedentes, mientras se están produciendo intensos intercambios entre Armenia y Turquía, por un lado, y entre Armenia y Azerbaiyán, por el otro. 

Y esto, en el contexto del enfrentamiento entre Estados Unidos y Rusia por Ucrania.

El consejo del presidente Joe Biden, al presidente Recep Tayyip Erdogan, de abrir las fronteras con Armenia puede haber ayudado a comenzar un nuevo capítulo entre Armenia y Turquía, pero la presión de Washington sobre Rusia puede afectar negativamente a Armenia, como resultado no deseado, porque Moscú, con su movilización masiva en la frontera ucraniana y con un posible enfrentamiento con Washington, tal vez esté obligado a renunciar a la política entonada con su aliado armenio, por no tener tiempo ni apetito para calibrarla con este último.

Mientras que el presidente Ilham Aliyev de Azerbaiyán continúa insistiendo en su demanda de abrir un corredor a través de Zangezur, el viceprimer ministro de Rusia, Alexei Overchuk, aseguró a Ereván que la apertura de líneas de comunicación y ferrocarriles estaría bajo el control soberano respectivo de cada país. Esa seguridad también se dio en un comunicado del Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia. 

Sin embargo, durante una entrevista reciente con un periodista, el Sr. Overchuk mantuvo un ominoso silencio sobre el tema. Además, este mes, el viceministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Andrei Rudenko, reveló que un paquete de acuerdo estaba en sus etapas finales. “En el marco de este mecanismo, se ha realizado un importante trabajo preparatorio para restaurar las vías tanto ferroviarias como automovilísticas de la región. Actualmente, se está finalizando un solo paquete. Este enfoque garantizará la sostenibilidad de las decisiones”, agregó Rudenko. Una vez más, no se pronunció palabra alguna sobre el control de esas carreteras, lo que hace sospechosas las intenciones de Rusia.

En el contexto de estos acontecimientos internacionales surgió una controversia entre las autoridades de Armenia y Karabaj. La posición del primer ministro Nikol Pashinian sobre Karabaj nunca ha sido consistente. En una ocasión declaró que no tenía mandato para negociar en nombre de Karabaj, ya que la gente de ese enclave nunca había votado por él. Y luego, en otra ocasión, afirmó que “Karabaj es Armenia. Punto”, enfureciendo a los azerbaiyanos y proporcionándoles un casus belli .

El 24 de diciembre de 2021, durante una conferencia de prensa en línea, se lavó las manos del problema por completo y declaró que el destino de Karabaj había sido predeterminado por la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) y el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y que estaba más allá de su poder cambiar cualquier cosa. Mientras tanto, no perdió la oportunidad de culpar a las administraciones anteriores por su mal manejo de las negociaciones.

La verdad histórica es que, por muy corruptos que fueran los líderes anteriores, lograron —o tuvieron la suerte— de evitar una guerra como la catastrófica que tuvo lugar en 2020.

Pashinian afirmó que en 2016 se presentaron tres paquetes de propuestas sobre la mesa de negociación, que impidió una referencia al estatus provisional de Karabaj. El documento transfirió el tema del estatus interino al Consejo de Seguridad de la ONU, donde se tuvo que tomar una decisión sobre la aplicación legal-práctica del estatus temporal. Por lo tanto, señaló Pashinian, el Consejo de Seguridad de la ONU alcanzaría una solución predecible sobre el  estatus, ya que “Nagorno Karabaj se menciona como parte de Azerbaiyán en dos resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU sobre el conflicto de Karabaj adoptadas en 1993”.

Pashinian concluyó sus comentarios sobre el tema afirmando: “Considero esto un desastre en el proceso de negociación, porque es obvio que el Consejo de Seguridad de la ONU tomará todas las decisiones de acuerdo con la lógica de sus propias resoluciones sobre el conflicto de Karabaj, donde Nagorno -Karabaj fue reconocido como parte de Azerbaiyán”.

Esta posición puede dar algo de consuelo a un segmento de la sociedad en Armenia que favorece la filosofía “deshagámonos de Karabaj y tengamos una vida cómoda en Armenia”, pero solo significa un desastre para el futuro de Armenia. Ciertos comentaristas también sostuvieron esa posición, y la enunciaron además los partidarios del régimen actual, pero esa política solo podría desencadenar un efecto dominó, como lo demuestra la demanda del presidente Aliyev sobre Syunik y también en un futuro próximo, todo el territorio de Armenia.

Como era de esperar, se desató una tormenta de furia no solo entre las filas de la oposición, sino particularmente en el propio Karabaj. El presidente de la República de Karabaj, Arayik Harutyunian, emitió un comunicado en el que refutó la posición de Pashinian y definió su posición en ocho puntos diferentes que comienzan con la siguiente afirmación: “El pleno reconocimiento de los derechos de los armenios de Artsaj a la libre determinación no está sujeto a reserva ni concesión; el dueño exclusivo de este derecho es  de los armenios de Artsaj. Por lo tanto, solo las autoridades de la República de Artsaj están autorizadas a hablar en nombre del pueblo de Artsaj”. Una declaración similar siguió desde el parlamento de Karabaj.

Hay que recordar que a diferencia del alto el fuego tripartito firmado en 2020 por Armenia, Azerbaiyán y Rusia, el alto el fuego de 1994 fue firmado por Armenia, Azerbaiyán y Artsaj, lo que dio legitimidad a las autoridades de Artsaj. Esta inclusión de una entidad semi-reconocida puede parecerse, en ciertos aspectos, a los tratados firmados entre el gobierno federal de los Estados Unidos y diferentes tribus nativas americanas, que no gozan de reconocimiento internacional. Sin embargo, el gobierno de los Estados Unidos, hasta el día de hoy, admite la validez de esos tratados.

Cuando Artsaj se convirtió en signatario del alto el fuego y el Consejo de Seguridad de la ONU reconoció ese hecho al declarar que las fuerzas armenias de Karabaj [no de la República de Armenia] deben retirarse de los territorios de Azerbaiyán, Bakú se dio cuenta de que en el futuro podría estar tratando con una entidad legal. Por eso manipuló la situación para dejar fuera a Karabaj como parte negociadora.

El ex presidente Robert Kocharian, procedente de Karabaj, creía que podía representar al enclave, junto con la República de Armenia, durante las negociaciones. Eso resultó ser un error fatídico.

En la formulación de Pashinian, estaba imaginando una solución al estilo de Chipre, donde las comunidades étnicamente segregadas compartirían un territorio reconocido internacionalmente. Esa solución fue rechazada rotundamente por la comunidad internacional; después de todo, no ha funcionado para Chipre y no sería diferente para Karabaj.

El enfrentamiento entre Ereván y Stepanakert tiene algunas similitudes con la situación palestina donde la división entre la Autoridad Palestina y la administración de Hamas en la Franja de Gaza brinda cierto consuelo a la potencia ocupante, especialmente cuando Mahmoud Abbas, el presidente de la Autoridad Palestina, se desempeña como un aparato de seguridad que sofoca cualquier Intifada previsible.

Por lo tanto, a la luz de la situación anterior, no sorprende que la posición de Pashinian haya ganado más apoyo en Azerbaiyán que en Armenia, como lo comprobará la siguiente cita. El comentarista azerbaiyano Orkhan Amashov, escribiendo en Azer News, afirma: “La sociedad armenia todavía está regurgitando y meditando algunas de las declaraciones hechas por el primer ministro Nikol Pashinian. … A pesar de esto, el alboroto en Armenia no es inexplicable, ya que fue la primera vez que un líder armenio, en marcado contraste con sus predecesores, admitió la desesperanza fundamental de la postura de Ereván dentro de las prolongadas negociaciones. … Las admisiones confesadas del primer ministro armenio no están fuera de lugar con la postura de Bakú”.

La abdicación de Pashinian de la responsabilidad de Armenia por el estatus y el futuro de Karabaj alimentará las esperanzas de Aliyev de que sus próximas negociaciones con las autoridades armenias serán pan comido.

Aunque estos acontecimientos provocaron un estado de ánimo sombrío en la atmósfera política de Armenia, algunos comentaristas, como Stepan Krikorian, hicieron una declaración positiva, viendo una bendición disfrazada. De hecho, creen que esto dará una oportunidad a las autoridades de Karabaj para que se escuche su voz individual y se formen políticas independientes, convirtiéndose así en una entidad internacional. Esto puede parecer una posibilidad descabellada.

Una cosa es cierta: el pueblo de Karabaj está solo. Pueden convertirse en los rohingyas o ruaingás del Cáucaso (minoría musulmana apátrida en Myanmar), provocando llamadas de ayuda de muchos sectores, pero sin beneficiarse de ninguna acción benévola.

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