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Opinion - Por Arto Kalciyan
Armenofobia
30 de Octubre de 2020
La armenofobia lamentablemente existe. Es un virus potente que los turcos no han querido exterminar, por el contrario el fundamentalismo otomano quedó en deuda con sus raíces al no poder eliminar a la raza armenia, fomentando ese odio primitivo hasta nuestros días.
No se equivoca cuando el presidente ruso Vladimir Putin acusa a Azerbaiyán, incitado por Turquía, de hacer una limpieza étnica con el pueblo armenio. ”Este conflicto no comenzó como un conflicto interestatal o una lucha de territorios, sino como una confrontación étnica. Desafortunadamente, esto es un hecho cuando se cometieron crímenes crueles contra el pueblo armenio en Sumgait y luego en Nagorno Karabaj”, agrega el presidente ruso. El genocidio perpetrado por Bakú en Sumgait contra su población, aun impune, al igual que el de 1915 a manos de los turcos contra los armenios, fue el detonante de la guerra del Alto Karabaj entre 1988 y 1994. Tras la victoria de las fuerzas armenias el pueblo de Artsaj declaró su independencia que hoy Azerbaiyán quiere arrebatar a fuerza de fuego y falsedades, en perfecto conocimiento que ese territorio no le pertenece desde ningún ángulo del que se lo mire.
Del fanatismo a la barbarie hay un solo paso (Denis Duderot)
“Los extremistas tanto religiosos o políticos siempre suelen ser los causantes de los mayores males a los que se enfrenta la humanidad”. ¿Cuál es el sentido de esta guerra, las naciones civilizadas del mundo, los organismos internacionales de derechos humanos desconocen la historia, porque permiten una nueva masacre? La ARMENOFOBIA, nuevamente en acción. Los intereses espurios deben de ser más valiosos que la paz y las vidas humanas, el mismo Vaticano que representa al cristianismo universal, abandona una y otra vez al primer pueblo que adhiriera a su fe, con su silencio y su falta de reacción ante el reiterado crimen a quienes han hecho de la creencia y el trabajo la constante de su existencia. Miles de vidas cegadas de ambos lados, heridos, mutilados, horror y destrucción, fortunas malgastadas en armamentos, dinero dilapidado con el que los pueblos tendrían la posibilidad de aspirar a una mejor calidad de vida. Muy distintos objetivos de un lado y del otro, el tirano para eternizar su poder y extender su dominio territorial, poco importan las vidas perdidas de sus jóvenes ni los restos de sus armamentos destruidos diseminados por los campos cubiertos de sangre, desde el comienzo de los enfrentamientos, el gobierno de Azerbaiyán no ha revelado el número de bajas militares, es de poca importancia para ellos. Por el otro, la contracara, miles de voluntarios para defender su tierra hasta el último aliento, armamento para la defensa del legítimo suelo patrio, adquirido con el esfuerzo de un país sometido a las limitaciones del encierro económico de sus fronteras y sin salida al mar, dolor y llanto por cada vida perdida. Obligación y Convicción, frente a frente, en una lucha injusta e inaceptable.
Un comentarista de la revista Foreign Policy predijo que Azerbaiyán tendría grandes dificultades de ocupar toda el área del Alto Karabaj debido al terreno montañoso extremadamente inaccesible controlado por las tropas armenias. Además, opina que la preparación del ejército azerbaiyano era muy pobre, con la moral baja, su estructura corrupta e ineficiente y una tasa de deserción de hasta el 20 por ciento. Por otra parte, a pesar de las grandes inversiones en la compra de equipo militar a partir de los beneficios del petróleo, se dijo que el ejército de Azerbaiyán carecía de la formación adecuada para el uso del nuevo equipo. Los armenios están luchando contra Turquía y su satélite Azerbaiyán, los altos mandos turcos son los que conducen las estrategias, además de la provisión de armamento y la incorporación de asesinos a sueldo organizada por las huestes de Tayyip Erdogan, burlándose abiertamente de las reiteradas exigencias de alto el fuego acordado con intermediación de las grandes potencias, haciendo que esta guerra de fuerzas absolutamente inequitativas pueda finalizar en un nuevo genocidio contra los armenios, esta vez de Artsaj.
La comunidad internacional tiene la última palabra.
A. K.
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