La comunidad armenia cuestiona la caracterización de Turquía como "promotor de la paz" y alerta sobre el negacionismo del genocidio
Buenos Aires, 25 de noviembre de 2025
Dra. Victoria Villaruel
Vicepresidenta de la Nación
HONORABLE SENADO DE LA NACIÓN
S / D
Estimada señora:
El pasado 18 de noviembre se realizó en el Salón Azul del Congreso de la Nación un coloquio sobre "El rol de la República de Türkiye en el nuevo orden mundial y su proyección en Sudamérica", organizado por la Dirección General de Relaciones Internacionales junto con la embajada turca en nuestro país y la Universidad del Salvador. No escapa a su conocimiento la realización de este evento, habida cuenta de su activa participación en la apertura y el cierre de la referida jornada.
En algún pasaje de su intervención, ha destacado Ud. el papel de Turquía en el escenario geopolítico global como "un mediador confiable, un promotor de la estabilidad y un socio estratégico en la construcción del nuevo orden internacional en busca de la paz". Nos sorprende el tenor de sus afirmaciones, no solo debido al triste recorrido que tiene el Estado turco en materia de derechos humanos, especialmente de las minorías cristianas y kurdas, sino también a la luz de los trágicos y recientes acontecimientos que van de la Guerra de los 44 días librada en la región armenia del Artsaj/Alto Karapagh en 2020 hasta la limpieza étnica y anexión de dicha región por parte de Azerbaiyán en 2023, donde el gobierno de Turquía ha evitado, precisamente, todo mecanismo de mediación y la búsqueda de la paz, apoyando política y militarmente a su aliado azerbaiyano.
La solución armada que en septiembre de 2020 iniciaron la República de Azerbaiyán y su "Madre Patria", la República de Turquía, ha representado para el pueblo armenio una nueva pérdida de sus territorios históricos y el luctuoso saldo de miles de compatriotas muertos, exiliados o injustamente prisioneros en Bakú hasta el día de hoy, así como el desplazamiento forzado de miles de personas que han sido obligadas a abandonar sus hogares ancestrales, hecho que constituye una verdadera y lamentable limpieza étnica. De modo que, caracterizar a Turquía como un promotor de la estabilidad en el Cáucaso y un socio comprometido con la paz no puede ser entendida sino como una broma de mal gusto sugerida por algún asesor poco informado o, en el peor de los casos, con intereses espurios.
Si el objetivo político de este coloquio fue reconocer la proyección geopolítica de Turquía en la región y, en especial, favorecer los intereses argentinos en cuanto a las relaciones bilaterales, cabría preguntarnos ¿En qué aspectos concretos podría materializarse una mayor cooperación entre ambos estados que en términos comerciales, por ejemplo, no representa ni el 1% de las exportaciones argentinas?
Con sus comercios, industrias y empresas que abarcan decenas de ramos económicos, los argentinos descendientes de armenios han contribuido con mayor vigor y ahínco al desarrollo de la economía nacional que las módicas cifras que puede aportar el comercio exterior turco-argentino. Pero aún si se pensara que la relación económica podría multiplicarse indefinidamente, ¿amerita ese supuesto interés material dejar atrás el claro posicionamiento argentino, que se mantiene hasta la actualidad, respecto del genocidio de un millón y medio de armenios a principios del siglo XX, que el actual Estado turco no solo niega, sino que sanciona a quienes lo proclaman?
La comunidad armenia en nuestro país lleva más de un siglo de arraigo y sus miembros se calculan en más de cien mil habitantes que compartimos el mismo origen. Debemos recordar, además, que nuestros antepasados llegaron a la Argentina huyendo, precisamente, de ese genocidio cometido por el Estado turco entre 1915 y 1923.
De modo que, cualquiera sea la denominación detrás de la cual se camufle -llámese "Imperio Otomano", "República de Turquía" o su reciente marca país, "Türkiye"- la única estrategia diplomática que pretende proyectar el Estado turco en la región y en el país es implantar su discurso negacionista, acallar los centenarios reclamos de la comunidad armenia por memoria, verdad y justicia y tergiversar antojadizamente la historia.
Como representantes de las Instituciones Armenias de la República Argentina somos perfectamente conscientes de que nuestro país es un estado soberano y como tal son sus autoridades legítimas las que definen y llevan adelante sus relaciones exteriores multilaterales y bilaterales con los países del sistema internacional que mejor satisfagan sus intereses geopolíticos. En el caso de la República de Turquía estos intereses son evidentes y prioritarios y nada tienen que ver con la paz o el desarrollo económico. En el caso argentino, profundizar las relaciones bilaterales con Turquía, en cambio, parece responder a intereses difusos, extemporáneos y poco productivos.
No entendemos a qué valores compartidos entre ambos estados, Ud. hizo referencia en su intervención durante el coloquio. La Política Exterior Argentina y las relaciones bilaterales con ese país no pueden fundarse en el falseamiento de la historia y la permanente elusión de Turquía de sus directas responsabilidades en el Genocidio armenio y en la reciente guerra en Artsaj.
Por lo demás, la comunidad armenia de la República Argentina ratifica su permanente actitud de diálogo en todo debate que se construya en torno a la verdad histórica sobre el Genocidio Armenio y la realidad actual de los armenios en el Cáucaso, aun hoy bajo la amenaza de las intenciones panturquistas.
IARA - Instituciones Armenias de la República Argentina