La mención de los nombres del primado episcopal y del prelado diocesano durante la Santa Liturgia tiene los siguientes significados fundamentales e importantes:
A. Litúrgico: mediante el cual se manifiesta plenamente el misterio de la Santa Liturgia, y el celebrante sigue el orden litúrgico establecido oficialmente por la Iglesia.
B. Eclesiológico-canónico: por el cual se confirma que la comunidad local reunida alrededor del pan y el cáliz de la Santa Liturgia es parte de la Iglesia Universal, cuyo líder espiritual es el obispo, mientras que el sacerdote celebrante o el obispo establece su unión eclesiástico-canónica con la Iglesia Madre y su líder, el primado episcopal.
En la Iglesia Apostólica Armenia, el primer testimonio de la mención del nombre del obispo durante la Santa Liturgia se encuentra en el comentario del misal de la Iglesia Armenia de Khosrov Andzevatsí, ya en el siglo X.
Según Khosrov Andzevatsí, la mención del nombre del obispo es importante porque el obispo es el supervisor de la doctrina ortodoxa, y el sacerdote confirma así la autoridad sacramental recibida de él y que celebra la Santa Liturgia de acuerdo con la doctrina ortodoxa.
La omisión arbitraria o deliberada de los nombres del primado episcopal y del obispo por parte del celebrante no solo contradice la norma litúrgica establecida durante siglos en la Iglesia Universal, sino que también distorsiona la percepción integral del misterio de la Santa Liturgia.
La mención de dichos nombres durante la Santa Liturgia hace que la iglesia reunida sea parte de la Iglesia apostólica y universal. La omisión de los nombres del primado episcopal y del prelado por parte del celebrante significa que: