Entre el 8 y el 16 de noviembre, el SESC (Servicio Social del Comercio, importante red cultural brasileña) Santo Amaro de São Paulo, albergó la breve pero intensa temporada de “Marash”, un espectáculo unipersonal de la actriz armenio-brasileña Rafaella Gasparian.
En escena, la intérprete reconstruye la trayectoria de su familia, que llegó a Brasil tras el Genocidio Armenio perpetrado por el Imperio Otomano en la primera mitad del siglo XX, y transforma décadas de silencio en un ritual de memoria.

Marash es una obra híbrida que entrelaza autobiografía y ficción. Rafaella Gasparian narra la historia de su familia armenia, obligada al exilio después del genocidio, “un crimen aún no reconocido por Turquía”. La actriz articula narración, gestualidad y proyecciones visuales para evocar el éxodo, la pérdida y la reconstrucción identitaria en la diáspora.
Marash propone una experiencia poética sobre la herencia silenciosa del genocidio y el modo en que esta se inscribe en el cuerpo de las nuevas generaciones. La pieza trabaja sobre los “huecos” de la memoria transmitida familiarmente, y busca convertirlos en presencia escénica.
El montaje fue creado dentro del Grupo de Estudos em Neurocomputação da Performatividade, con sede en el Centro Universitário Belas Artes de São Paulo y coordinado por el artista e investigador Gustavo Sol. Este núcleo —también conocido como Grupo Voxel— explora las intersecciones entre cuerpo, sistemas biológicos e inteligencia artificial.
La investigación se apoyó en el sistema iState, una tecnología que utiliza datos neurofisiológicos (EEG, ECG, GSR y EMG) procesados por inteligencia artificial para analizar estados de presencia poética en escena. Esta herramienta acompañó el proceso creativo, ayudando a mapear cómo se manifiestan en el cuerpo de la intérprete emociones vinculadas a la memoria histórica.
El texto es de Rafaella Gasparian, Gustavo Sol y Bruna Ferrari; la dirección artística, de Gustavo Sol, con asistencia de Bruna Ferrari. El equipo se completa con profesionales de iluminación, sonido, video, preparación corporal y consultoría histórica.

El proyecto contó con el apoyo de la UGAB – filial Brasil, que difundió el espectáculo dentro de sus actividades culturales y compartió imágenes de las funciones. Instituciones eclesiásticas y medios comunitarios armenios también celebraron la iniciativa, reconociendo a Marash como un aporte significativo a la preservación de la memoria del Genocidio en Brasil.
El título remite a la ciudad histórica de Marash (hoy Kahramanmaraş, en Turquía), escenario de masacres y deportaciones contra los armenios desde fines del siglo XIX hasta el genocidio de 1915-23. Para la diáspora, Marash simboliza el despojo, el exilio y también la continuidad cultural. El espectáculo de Gasparian conecta esa herencia con la experiencia contemporánea de los descendientes que, desde el arte, reactivan la memoria familiar.

Más que una obra documental, Marash se presenta como un acto de recordación donde teatro, tecnología y autobiografía convergen para dar forma sensible a una historia que intentó ser borrada. Su enfoque interdisciplinario lo sitúa en una línea estética que utiliza el arte como herramienta contra el negacionismo y como defensa activa de la memoria armenia.
Para la comunidad de la diáspora —y para quienes heredaron relatos fracturados por el genocidio— Marash reafirma que la memoria vive en el presente y en los cuerpos que la sostienen.