El 1º de noviembre, el Centro Arménie de Montreal se convirtió en un espacio de encuentro emocional y colectivo. La ocasión superaba con creces la mera celebración del cumpleaños de un medio: más de 300 personas se reunieron para rendir homenaje a medio siglo de presencia, de voz y de resistencia cultural. El semanario “Abaka”, pionero de la prensa armenocanadiense, llegó a sus cincuenta años y la comunidad respondió como se responde a los aniversarios que marcan un trayecto identitario.

La ceremonia —presidida por el Obispo Abgar Hovakimian y acompañada por la embajadora de Armenia en Canadá, Anahit Harutiunian— recordó a todos que la prensa armenia es mucho más que una herramienta informativa. En la diáspora, la palabra escrita ha funcionado como columna vertebral: ha ofrecido orientación en épocas turbulentas, ha tejido vínculos entre generaciones y ha preservado una cultura que se reinventa sin dejar de ser fiel a sí misma. “Abaka”, como tantos otros proyectos periodísticos armenios, ha sido refugio, archivo y brújula para una comunidad que vive entre la memoria y el porvenir.

La maestra de ceremonias, Salbi Halachian-Markosean, dio inicio a la velada invitando al editor de “Abaka”, Avetis Pakkalian, quien subrayó el papel esencial de la prensa armenia y, en particular, la contribución del semanario a la vida cultural y social de la comunidad durante medio siglo.

Cuando el Dr. Arshavir Geondjian, uno de los fundadores de “Abaka”, tomó la palabra, quedó claro que el periódico nació no como un intento improvisado, sino como parte de un diseño cultural y comunitario mucho más amplio: dotar a la naciente comunidad armenocanadiense de una voz propia, de un puente entre la nueva tierra y la patria lejana, y de una herramienta para preservar el sentido de pertenencia.

Esa visión estratégica —que Geondjian definió como “una batalla interminable”— se ha convertido en una misión cultural que abarca generaciones. Cada colaborador, cada lector y cada redactor que ha pasado por sus páginas forma parte de esa cadena de continuidad nacional.
El video proyectado durante la velada, donde se revivieron cinco décadas de portadas, artículos y figuras históricas, recordó que “Abaka” es también un archivo vivo de la armenidad en Canadá. En sus páginas quedaron registrados los rostros, los logros y también las pérdidas: fundadores como Harutiun Arzumanian, Yervant Azadian, y benefactores como Alex Manoogian volvieron a la memoria colectiva como parte de una historia que no deja de escribirse.
Uno de los momentos más significativos fue la presentación del Héroe Nacional de Armenia, teniente coronel Sarkis Stepanian, quien perdió tres extremidades en las batallas recientes de Artsaj. Su presencia, acogida con una ovación de pie, añadió una dimensión profundamente humana y contemporánea a la celebración: la lucha armenia por la supervivencia y la dignidad continúa, y la diáspora sigue vinculada a esa realidad de manera visceral.
La actuación de Sofi Mkheian, llegada especialmente desde Armenia, transformó la velada en una celebración de identidad cultural en movimiento. Comenzó con el “Horovel” de Komitas —una raíz que ninguna modernidad puede arrancar— y continuó con un repertorio vibrante que puso de pie a toda la sala. Fue un recordatorio de que la cultura armenia vive, se transforma, seduce y convoca tanto en Ereván como en Montreal.

El momento del corte de la torta conmemorativa, liderado por el Primado y la embajadora, fue más que una formalidad festiva. Representó medio siglo de esfuerzo compartido, de pasos dados y de identidad construida colectivamente. En torno a ellos, dirigentes comunitarios, colaboradores y padrinos reforzaron una idea esencial: “Abaka” es patrimonio de toda la comunidad, una obra común que ha crecido con ella y gracias a ella.
La palabra que sostiene a la comunidad
En tiempos de crisis —políticas, identitarias, culturales— la prensa armenia ha sido siempre un refugio, un faro y un espacio de encuentro. “Abaka” lo ha sido durante medio siglo en Canadá. Su aniversario no es solo una celebración; es un llamado a valorar y proteger la palabra escrita como herramienta de continuidad nacional.
En Montreal, la noche del 1º de noviembre, quedó claro que la historia de “Abaka” no es simplemente la historia de un medio. Es la historia de una comunidad que, lejos de la patria, supo construir hogar, cultura y memoria.
Feliz 50º aniversario, “Abaka”.
Que tu voz siga iluminando nuestro porvenir.
Բոլորին վարձքը կատար