"La paz sin justicia: El entierro diplomático de Artsaj"
El 1 de septiembre de 2025, el Consejo Permanente de la OSCE decidió dar por concluido el Proceso de Minsk de la OSCE y todas las estructuras relacionadas con este, según informó el Ministerio de Asuntos Exteriores de Azerbaiyán.
La decisión se basa en una carta conjunta de los ministros de Asuntos Exteriores de Armenia y Azerbaiyán, dirigida al Presidente en ejercicio de la OSCE, tras la reunión celebrada en Washington el 8 de agosto de 2025 entre el Primer Ministro de Armenia y el Presidente de Azerbaiyán. Como es sabido, el Presidente de Estados Unidos también participó en dicha reunión.
A partir del 1 de septiembre de 2025, quedan suspendidas todas las actividades relacionadas con el Proceso de Minsk de la OSCE, incluyendo las funciones del Representante Personal del Presidente en ejercicio de la OSCE en el marco de la Conferencia de Minsk sobre el conflicto en cuestión, así como las actividades del Grupo de Planificación de Alto Nivel.
A la Secretaría de la OSCE se le ha encomendado concluir todos los asuntos organizativos y técnicos relacionados con el cierre de estas estructuras antes del 1 de diciembre de 2025.
La decisión declara asimismo nulos y sin efecto todos los documentos y resoluciones adoptados anteriormente en el seno de la OSCE respecto al conflicto armenio-azerí.
De este modo, todas las instituciones creadas previamente con el objetivo de resolver el conflicto armenio-azerí son consideradas obsoletas debido a la nueva situación surgida tras la resolución del conflicto, y su cierre ha sido aprobado por todos los Estados participantes en la OSCE. Dichas instituciones han sido oficialmente disueltas.
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Comentario de Sardarabad: El anuncio sobre el cierre del Proceso de Minsk de la OSCE y la declaración de nulidad de todos los documentos internacionales previos relacionados con el conflicto armenio-azerí no puede ser recibido como un paso hacia la paz, sino como un golpe definitivo al derecho internacional y a la justicia histórica.
¿Paz? No. Lo que estamos viendo es la consagración de la victoria por la fuerza, el triunfo de la anexión de hecho sobre el derecho al autodeterminación, y el silenciamiento sistemático de la voz de un pueblo que, una vez más, queda sin foro, sin garantías y sin defensa en el escenario internacional.
El Proceso de Minsk, pese a sus limitaciones y años de estancamiento, representaba al menos un marco multilateral, con copresidentes reconocidos (Rusia, EE.UU., Francia), donde Armenia podía plantear sus demandas y el mundo escuchaba. Hoy, ese espacio ha sido eliminado —no por mutuo acuerdo hacia una paz justa, sino como parte de un guion impuesto tras la ofensiva militar de septiembre de 2023 y el éxodo forzado de más del 90% de la población armenia de Artsaj.
Y ahora se nos dice que todos los documentos anteriores carecen de validez. ¿Qué significa eso? Que los Principios de Madrid, las Declaraciones de CSCE, los llamados al alto el fuego, las resoluciones del Consejo de Ministros de la OSCE… todo queda en la basura de la historia. ¿Y quién gana con esto? Solo aquel que ganó con la guerra: Bakú, respaldado por Ankara.
Lo que se presenta como “normalización” es, en realidad, una rendición diplomática disfrazada de acuerdo. Cerrar el Proceso de Minsk sin establecer un nuevo mecanismo que garantice los derechos humanos, el retorno seguro de los desplazados, la protección del patrimonio cultural armenio o el estatus político futuro de Karabaj, es firmar un cheque en blanco para la impunidad.
¿Dónde están las garantías para los armenios que aún quedan en Lachin o Shushi? ¿Quién velará por ellos ahora que desaparece el último observador internacional? ¿Quién recordará sus derechos cuando ya no haya documentos que los respalden?
Este no es el fin de un conflicto. Es el inicio de una nueva era de vulnerabilidad para el pueblo armenio. El cierre del Proceso de Minsk no trae paz; trae olvido. Y el olvido, en la historia del Cáucaso, siempre ha sido el preludio del próximo conflicto.
No confundamos el silencio con la paz.