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Diáspora - En el centenario de su heroica resistencia
Hadjín. Por Gérard Chaliand
14 de Octubre de 2020

En la época anterior a la Primera Guerra Mundial, Hadjín, situada en los montes Tauro a unos 1.200 metros, tenía una población de alrededor de 26.000 habitantes, una cifra importante para aquel entonces, sobre todo porque los musulmanes eran solo unos pocos cientos.

Una parte considerable de la población desapareció durante las matanzas masivas de 1915-1917.

Tras la guerra, Francia heredó un mandato en el sureste de Anatolia, área designada entonces con el nombre de Cilicia. El coronel Edouard Brémond, más tarde general de dos estrellas, “administrador jefe de Armenia”, asumió el cargo el 2 de diciembre de 1919. En el ínterin, Francia repatrió de Siria a unos 120.000 sobrevivientes de las masacres para contar con apoyo demográfico. Siete a ocho mil armenios regresaron a Hadjín.

A principios de enero de 1920, el coronel Brémond contaba con siete oficiales y un puñado de hombres. El primer avión llegó a finales de enero. Nunca se dispuso de telégrafo. Posteriormente, el modesto contingente francés recibió tres ametralladoras y cinco tanques. Como señala Brémond en su Crónica La Cilicie en 1919-1920 (París, 1921, 125 páginas): “[…] siempre faltaba algo: personal, gasolina, municiones [...] si tan sólo hubiéramos tenido unos pocos escuadrones con ametralladoras.”

A partir de finales de 1919, las fuerzas kemalistas se organizaron y quisieron luchar contra el desmembramiento colonial al que el sultán había tenido que consentir. La caída de Marash, una ciudad de 60.000 habitantes defendida por doscientos soldados franceses comandados por un capitán, asestó un duro golpe al prestigio francés.

Brémond denunció que Siria no había proporcionado ninguna ayuda, a pesar de las reiteradas solicitudes.

Fue en estas circunstancias que, en marzo de 1920, Edouard Brémond pidió al abogado Garabed Tchalian, mi tío, que aceptara el cargo de responsable político de Hadjín. “Sintiendo que iba a la muerte,” escribió Brémond, “aceptó esta posición de vanguardia [...] cerca de 1.200 rifles y 125.000 cartuchos le habían llegado desde Adana, con algunas granadas, las únicas que quedaban, un poco de material militar; se habían reunido trescientas toneladas de trigo pensando en el sitio [...] A su llegada, Tchalian enarboló la bandera francesa y se negó a arriarla a pesar de varias intimaciones.”

Garabed Chaliand

Garabed Tchalian

En abril de 1920, la ciudad estaba completamente rodeada por los turcos. Aislados, los sitiados durante los seis meses siguientes repelieron más de veinte asaltos y rechazaron las propuestas turcas de entregar las armas a cambio de salvar la vida. Un avión francés pudo sobrevolar Hadjín solo en dos ocasiones; el segundo tiró una caja de cartuchos, algunos suministros médicos y correo. La caja de cartuchos llegó aplastada. El coronel Brémond nunca tuvo las fuerzas y los medios para intentar lograr aquello para lo que se le había designado. Sobre el terreno, a lo largo de los meses, el equilibrio de poder se inclinó en Anatolia a favor de las fuerzas kemalistas y, en septiembre de 1920, cuando fue llamado a Beirut, Brémond fue relevado de sus funciones. Ya se perfilaba la retirada de Francia de Cilicia, que tuvo lugar oficialmente en octubre del año siguiente.

El creciente poder del kemalismo no pudo ser contenido por la debilidad de los efectivos y los medios franceses en Cilicia. Brémond dejó Cilicia con el corazón partido. Sin más recurso, Hadjín cae a mediados de octubre de 1920; Aintab, cuatro meses después; Zeitoun, el último lugar armenio, cayó en julio de 1921. Tal es el contexto histórico que evoca Brémond y que sufrieron los combatientes armenios de Cilicia. Francia no tenía otra alternativa que replegarse a Siria. Cilicia fue una desventura.


Estamos aquí, físicamente o con el pensamiento, en el centésimo aniversario de la caída de Hadjín. Conocemos sus líneas generales: el aislamiento, la tensión entre el liderazgo político ejercido por mi tío Garabed y la conducción militar asumida con determinación por Sarkis Djebedjian y Aram Gaïdzag. El liderazgo político abogó en varias ocasiones por la evacuación de mujeres y niños, pero la conducción militar creía que esto sería perjudicial para la moral de los combatientes y esperaba recibir refuerzos. En septiembre, cuando se iniciaron las negociaciones con los kemalistas, Francia se opuso al envío de refuerzos. Estos, listos para el despliegue, fueron enviados al norte de África. La suerte estaba echada.

En cualquier caso, los sitiados lucharon bien, de principio a fin. Con el paso de los meses, la esperanza de recibir refuerzos menguó hasta desaparecer. Entonces lucharon con la energía de la desesperación. Es decir, con el coraje de afrontar la muerte segura.

Pensemos por un momento en aquellos que fueron deportados y masacrados sin defensa, después de haber sufrido, en particular las mujeres, todos los ultrajes. Cuando no hay alternativa, morir con las armas en la mano no es más que la última libertad. En nombre de todos aquí, saludo a los combatientes. Rindo homenaje a aquellos que prefirieron matar a los suyos antes que verlos caer en manos de enemigos decididos a no dar cuartel.

En la antigua Grecia, a la muerte en combate se le llamaba la “muerte bella”, aquella que será cantada cuyo recuerdo no se desvanecerá, a pesar del paso del tiempo.

Lo mismo ocurre con Hadjín, cuyo heroico asedio estamos conmemorando, un siglo después de su caída. Trescientos ochenta y seis combatientes, incluidas siete mujeres, bajo la conducción de Aram Gaïdzag, lograron romper las líneas turcas y llegar a Adana. Hoy, el alcalde de Hadjín es su nieto y tuve el placer el año pasado en Ereván de saludarlo como heredero de Garabed Tchalian.

 
¡Estamos de pie!

¡Que viva la memoria de Hadjín!


Gérard Chaliand 

Nacido en 1934, es un experto francés en geopolítica,

analista de las insurgencias en Asia, Africa, América Latina y Medio Oriente.

Ha publicado más de veinte libros y numerosos artículos periodísticos desde una perspectiva independiente, lo que lo convierte en consultor de muchos institutos de Política y gobiernos nacionales.

Docente de la Escuela Nacional de Administración y de la Escuela de Guerra de Francia, ha sido profesor invitado en la Universidad de Harvard, en la Universidad de California y en la de Berkeley.

Fue director del Centro Europeo de Estudios de Conflictos entre 1997 y 2000.

Ha dado más de quinientas conferencias en las universidades más destacadas del mundo.

 

Tommy Gerard y Juan Pablo

Descendientes de Garabed Tchalian reunidos en Keghart, Armenia, en mayo de 2019: su tataranieto, Tomás Gechidjian; su sobrino y autor de esta nota, Gérard Chaliand, y su bisnieto, Juan Pablo Gechidjian.

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