Ereván, 30 de noviembre de 2025 - Un grave incidente eclesiástico sacudió este domingo la Iglesia de San Sarkis en Ereván, cuando dos ciudadanos armenios fueron retirados por la policía tras mencionar el nombre de Su Santidad Karekín II, Katolikós de Todos los Armenios, durante la celebración de la Divina Liturgia.
Durante la liturgia, presidida por el arzobispo Navasar Kjoian —sustituto del Primado de la Eparquía Patriarcal de Ararat— y en presencia del primer ministro Nikol Pashinian, se omitió la tradicional mención del Katolikós, una práctica litúrgica milenaria en la Iglesia Apostólica Armenia que incluye una oración dedicada al Patriarca Supremo.
Ante esta omisión sin precedentes, dos fieles tomaron la iniciativa de pronunciar ellos mismos el nombre del Patriarca.
Hovhannés Ishkhanian, escritor, cineasta y miembro del consejo de Hayakve, gritó: “¡Artsaj es armenio!”, mientras que el activista Hayk Dorunts exclamó: “El Katolikós de Todos los Armenios es Karekín II”.
Las fuerzas de seguridad respondieron de inmediato, expulsando a ambos ciudadanos del templo mediante el uso de la fuerza. Ishkhanian fue arrastrado hasta un vehículo policial y trasladado a una comisaría. La intervención generó tensiones en el lugar, donde algunos miembros del partido gobernante, Contrato Civil, los increparon con gritos de “provocador” y otros insultos.
El Ministerio del Interior confirmó que dos personas fueron retiradas “para prevenir incidentes y garantizar la seguridad”, aunque negó que hubieran sido detenidas formalmente.
Este episodio se enmarca en la profunda crisis que enfrenta desde hace más de cuatro años el gobierno de Pashinian y la Iglesia Apostólica Armenia. El conflicto se agudizó tras la guerra de los 44 días en 2020, cuando el Katolikós Karekín II instó al primer ministro a dimitir.
En los últimos meses, Pashinian ha asistido a diversas ceremonias en las que se ha omitido sistemáticamente el nombre del Katolikós durante la liturgia. La Santa Sede de Echmiadzín ha condenado estas omisiones por considerarlas “anticanónicas” y ha advertido que podrían conducir a un cisma, además de estar sujetas al “más severo castigo” si el clérigo implicado no muestra arrepentimiento.
El Consejo del Episcopado también calificó de “deplorable” este fenómeno, afirmando que desde el punto de vista eclesiológico es contrario a la tradición y a la normativa canónica.
Diversos sectores religiosos y defensores de derechos humanos han expresado su apoyo a Ishkhanian y Dorunts, a quienes califican de “prisioneros de conciencia”. La Santa Sede de Echmiadzín denunció que las autoridades “violan groseramente el derecho a la libertad religiosa”, “ofenden los sentimientos de los creyentes” y “difunden odio, profundizando la división social”.
El incidente ha reavivado el debate sobre la libertad religiosa y la relación entre Iglesia y Estado en Armenia. Fieles comprometidos con la Iglesia Apostólica Armenia han manifestado su respaldo a la actitud de Ishkhanian y Dorunts, considerándolos defensores de principios fundamentales.
Diversas voces dentro de la sociedad armenia exigen:
Libertad inmediata para Hovhannés Ishkhanian y Hayk Dorunts.
Liberación de todos los prisioneros de conciencia.
Respeto a las tradiciones litúrgicas milenarias de la Iglesia Armenia.
Diálogo constructivo entre las autoridades estatales y la Iglesia.
Este episodio pone de relieve las crecientes tensiones entre el poder político y la institución eclesiástica más antigua del país, piedra angular de la identidad nacional armenia durante más de 1.700 años.