Por decisión del Katolikós Karekin II, el sacerdote Aram Asatrian fue declarado depuesto el 21 de octubre. Pocas horas después, el ex clérigo llamado Stepan Asatrian, rechazó públicamente la medida y afirmó encontrarse en el monasterio de Hovhannesavank, negándose a reconocer la autoridad eclesiástica superior.
En un llamamiento directo a los fieles, el ex sacerdote invitó a la población a asistir el domingo a la Santa e Inmortal Liturgia que dijo que oficiaría personalmente, pese a su destitución.
Varios comentaristas califican la acción no solo como un acto de desobediencia, sino como “una rebelión abierta” contra la Iglesia Apostólica Armenia, y advierten del riesgo de un intento de socavar la institución desde su interior. Según las mismas fuentes, si se confirma que el primer ministro Nikol Pashinian ha sido invitado y que podría acudir, el acto adquiriría una clara dimensión política.
Los analistas consideran que estos hechos podrían formar parte de una estrategia más amplia del poder para desestabilizar la estructura institucional de la Iglesia y convertirla en un instrumento de influencia política. “El objetivo es dividir a la Iglesia Armenia y degradar su integridad institucional, usando a clérigos desacreditados como piezas políticas”, afirma un observador citado por fuentes locales.
La situación plantea una nueva etapa de tensión entre las autoridades civiles y la jerarquía eclesiástica en Armenia. Las próximas horas y la asistencia, o no, de figuras políticas relevantes serán determinantes para calibrar si este episodio se limita a un desafío aislado o desemboca en un conflicto institucional más grave.