Durante su encuentro con el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, el presidente de la Administración de los Musulmanes del Cáucaso, jeque ul-Islam Allahshukur Pashazade, lanzó nuevamente acusaciones contra la Iglesia Apostólica Armenia y San Echmiadzin.
El líder religioso azerbaiyano afirmó que, en un momento en que “los dirigentes políticos de Armenia y Azerbaiyán hacen esfuerzos por construir la paz en un ambiente de cooperación constructiva”, tanto la Iglesia Armenia como la diáspora estarían, según él, “realizando con todas sus fuerzas una campaña de propaganda destructiva para obstaculizar ese proceso”.
Pashazade llegó incluso a declarar que “la Iglesia Armenia llama al revanchismo y a nuevos enfrentamientos”.
Además, se refirió a la destrucción y apropiación del patrimonio cultural armenio en Artsaj (Nagorno Karabaj), presentando dichas acciones —en sus palabras— como “trabajos de restauración y recuperación” realizados por su país.
Estas declaraciones, que reeditan una línea de discurso habitual en Bakú, provocaron rechazo en medios eclesiásticos y comunitarios armenios, que las consideran una nueva tentativa de justificar la eliminación del legado histórico armenio en los territorios ocupados.