Yereván, 11 de septiembre de 2025 – El presidente del Parlamento de Armenia, Alén Símonian, afirmó hoy que en la Asamblea Nacional ya no existe oposición real, calificando a los bloques actuales como “cadáveres políticos” y “figuras en bancarrota”, mientras reiteraba su escepticismo hacia la política exterior rusa y proyectaba un futuro de comercio mutuo con Azerbaiyán.
En una extensa rueda de prensa, Símonian trazó un panorama crítico del escenario político interno y externo, destacando tanto desafíos geopolíticos como debilidades estructurales en la vida democrática del país.
“En el Parlamento ya no hay oposición. Solo hay personas buscando un lugar en otras fuerzas políticas para intentar llegar al próximo Legislativo. Nadie los escucha, ni siquiera pueden reunir a siete personas en la calle”, afirmó Símonian con dureza.
Según él, el vacío opositor es tan evidente que incluso bajo su propia fotografía en la vía pública se congregaría más gente que alrededor de cualquier figura opositora actual. “Son cadáveres políticos, en bancarrota. No tienen nada que decir ni una agenda propia. Si lo único que hacen es rechazar la agenda del Gobierno, eso no es una alternativa. Si consideran que la nuestra es incorrecta, ¿cuál es la suya? En Armenia no existe otra agenda que la de la paz”, subrayó.
Recordó que, en los últimos cuatro años, la oposición parlamentaria nunca presentó una moción de elecciones anticipadas, lo que, a su juicio, demuestra su falta de voluntad para asumir responsabilidades de gobierno. Criticó además la selección de figuras como Vazgen Manukian y Bagrat Galstanian como líderes opositores, señalando que este último posee ciudadanía canadiense.
Pese a esta dura evaluación, Símonian reconoció que sí existe una oposición extraparlamentaria con liderazgos consolidados:
“Fuera del Parlamento hay verdaderos opositores. Espero que logren representación y finalmente tengamos una oposición real”, dijo, sugiriendo que el cambio podría venir desde fuera de las actuales filas legislativas.
Respecto al movimiento político impulsado por el empresario Samvel Karapetian, Símonian fue contundente: “Allí no hay fuerza política, es un espectáculo. Es un hombre rico que pasó por la cárcel y ahora busca refugio en el Parlamento, como ha ocurrido durante décadas”.
En el plano internacional, Símonian expresó serias dudas sobre la disposición de Rusia hacia Armenia.
“No sé si Rusia mantiene hoy esa misma actitud fraternal hacia nosotros”, afirmó, advirtiendo contra la dependencia excesiva de cualquier potencia externa.
Descartó que esté en curso una discusión sobre la retirada de la base militar rusa de Armenia: “No ha habido conversaciones sobre este tema. No tengo nada nuevo que anunciar”.
Sin embargo, destacó que la reciente visita del primer ministro Nicolás Pasinián a Moscú solo fue posible porque incluía una reunión con el presidente Vladimir Putin.
“Un jefe de Estado no viaja a Moscú sin una cita con Putin. Eso sería impensable”, explicó.
En materia de relaciones con Azerbaiyán, Símonian insistió en que la paz es una exigencia armenia, no una imposición externa.
“La paz es mi demanda, no la de Baku”, afirmó, reclamando la delimitación clara de fronteras, el retorno de territorios y el respeto mutuo.
Reconoció que Azerbaiyán controla 210 km² de territorio armenio, mientras que Armenia retiene unos 110 km² azerbaiyanos en zonas no delimitadas, como Tavush y Syunik.
“En muchos casos, sus avances han sido ilegales, pero también hay sectores donde estamos nosotros por delante”, señaló.
A pesar de las heridas del pasado, Símonian mostró optimismo sobre el futuro:
“Las heridas sanarán. Los armenios y azeríes ya hacen negocios en Moscú, Dubái y otros lugares. Pronto tendremos un mercado común. Nuestras tiendas tendrán productos de Azerbaiyán, y los suyos venderán productos armenios. Es inevitable. La gente irá a comprar gasolina más barata, porque es racional”, aseguró.
Respecto a la “ruta Trump” —el corredor internacional que conecta Armenia con Irán—, Símonian citó el modelo de gestión argentina del aeropuerto Zvartnots como ejemplo de cooperación bajo control nacional. Sugirió que empresas armenias podrían desarrollar infraestructura energética, mientras socios internacionales construyan ferrocarriles, todo gestionado por una entidad conjunta armenio-estadounidense.
“Todo se hará bajo cinco principios claros. Fuera de esos marcos, nada sucederá. Sabremos qué carga entra a nuestro territorio. Hoy existen escáneres, tecnología, controles. No habrá sorpresas”, concluyó.
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