El reconocido abogado internacional y defensor de los derechos humanos Robert Amsterdam arribó sorpresivamente a Armenia este 11 de agosto, en una visita urgente para evaluar la situación legal y social que atraviesa la comunidad eclesiástica y varios ciudadanos armenios implicados en casos de alto perfil.
Amsterdam, figura destacada en litigios internacionales y cercano a círculos políticos estadounidenses —incluido el entorno del presidente Donald Trump—, afirmó que su principal misión es proteger a la Iglesia y a los cristianos que, según él, están siendo privados injustamente de su libertad.
En diálogo con la prensa, expresó su profunda preocupación por el caso del empresario Samvel Karapetyan, influyente en el ámbito religioso y filantrópico del país:
«Cuando personas creyentes, que aman profundamente su Iglesia y su patria, como Samuel Karapetian, ven sus negocios objeto de ataques ilegítimos, es señal de que algo no funciona. Se necesita un diálogo serio entre el gobierno y la Iglesia. Espero que ese diálogo comience, que los cargos sean retirados y que, al final del proceso, la Iglesia sea protegida», señaló.
Amsterdam subrayó que la Iglesia Apostólica Armenia cumple un papel fundamental no solo en lo religioso, sino como eje central de la identidad nacional, la lengua y la continuidad cultural del pueblo armenio, dentro y fuera del país.
«Todos los creyentes tienen el deber de proteger a la Iglesia en Armenia: yo la defendí en Ucrania; hace 45 años defendía allí a la Iglesia Ortodoxa. Hoy, desafortunadamente, existe una lista de países donde la Iglesia está bajo ataque. En mi opinión, no hay deber más sagrado que protegerla junto al estado de derecho. Con el paso de los años, la fe y la religión ocupan un lugar cada vez más importante en la vida de las personas», afirmó.
Entre las principales preocupaciones que motivan su viaje destacan:
La investigación judicial contra altos prelados de la Iglesia.
Las denuncias de presiones contra la jerarquía eclesiástica.
El encarcelamiento del empresario y filántropo Samvel Karapetyan, considerado por sus defensores como víctima de persecución judicial selectiva.
Su presencia en Armenia no responde a una misión oficial de organismos internacionales, sino a una iniciativa independiente destinada a observar de cerca el estado real de los derechos humanos, la libertad religiosa y el respeto a la ley en el país.
En un momento de profundas transformaciones políticas y sociales, la llegada de Robert Amsterdam vuelve a poner sobre la mesa el debate sobre el equilibrio entre el poder estatal, la justicia y la autonomía de las instituciones religiosas.
Aunque no formal, su intervención podría influir en la percepción internacional de los procesos judiciales en curso, reforzando la idea de la Iglesia como símbolo de resistencia, identidad y unidad para el pueblo armenio.
Defender la libertad de culto y los derechos humanos es también defender la memoria y la identidad armenia.