El Gobierno de la Federación Rusa ha anunciado la prohibición total de la exportación de gasolina hasta el 31 de agosto de este año, medida que ahora se extiende también a las empresas productoras, y no solo a comerciantes o depósitos de combustible como en ocaciones anteriores. La decisión fue adoptada con el objetivo de garantizar la estabilidad del mercado interno, en un contexto de creciente demanda vinculada a las labores agrícolas de temporada.
El experto en seguridad energética Vahe Davtian calificó la medida como un “embargo completo” y advirtió sobre sus posibles repercusiones para países vecinos, particularmente Armenia, que importa desde Rusia la mayor parte del combustible que consume.
“Esta situación podría derivar en un aumento inmediato en los precios del combustible en Armenia, tendencia que probablemente se mantendrá más allá de agosto”, señaló Davtian.
La medida del Kremlin pone en evidencia la alta dependencia energética de Armenia respecto a Rusia, lo que podría traducirse en un encarecimiento del combustible y en dificultades logísticas para garantizar su suministro. De prolongarse el embargo o de no obtenerse una excepción para el país, se verán afectados sectores clave como el transporte, la producción y la agricultura.
En 2023, Armenia logró negociar una exención parcial del embargo ruso, recibiendo 15.000 toneladas adicionales de gasolina y 20.000 toneladas de diésel. Se espera que el gobierno armenio inicie conversaciones diplomáticas con Moscú en los próximos días con el objetivo de obtener una medida similar.
Mientras tanto, consumidores y analistas locales ya advierten un alza paulatina en los precios en las estaciones de servicio, que podría intensificarse si no se garantiza un flujo estable de importaciones.