Nación armenia: la turca, enemiga centenaria de nuestro común rebaño, ha conquistado Alexandrapol y avanza hacia el corazón de nuestra patria, nuestra fe, nuestra biografía. Se aproxima a la Tierra del Ararat.
Los turcos vienen, causando estragos y destrucción, y nuestros líderes militares no encuentran otra salida a este desastre que hacer huir al Patriarca armenio. Me sugieren que abandone la Santa Sede de Etchiadzin nuestro santuario, el último trozo del pueblo armenio, al enemigo. .
No y no. Mil veces no. No abandonaré la Santa Sede que nos legaron nuestros santos antepasados. Si el pueblo armenio no puede detener el avance del enemigo, si no puede salvar nuestras santidades, entonces yo mismo tomaré mi espada y luchare en el atrio de la Catedral Madre, pero no abandonaré la Santa Sede que nos legaron nuestros antepasados
Y si el fin ha llegado, ¿por qué no lo aceptamos con honor y valentía, y no arrastrándonos ante el enemigo como miserables esclavos? Los siglos pasados de nuestra historia están teñidos de sangre de mártires llenos de coraje. Nuestra sangre y nuestra fuerza no se han agotado con eso. Durante siglos, la nación armenia ha vivido luchando por su identidad. Por eso nuestra biografía, rica en masacres masivas, no ha tenido ni tendrá un punto final.
"Entonces, ¿por qué no nos levantamos como nación contra el enemigo que viene sediento de nuestra sangre?"