Traemos nuestras bendiciones patriarcales a los hijos de nuestro pueblo, en nuestra patria y en la diáspora y los felicitamos con motivo del Día de la República.
Hoy conmemoramos los recuerdos de 1918. Las heroicas batallas de Mayo, la voluntad indomable, el espíritu de unidad y la valiente lucha demostrada por nuestro pueblo, gracias a la cual se proclamó la primera República de Armenia. Después de una pausa de siglos, se restableció la condición de Estado armenio en la patria, con la visión de construir una vida digna y segura, y un futuro brillante.
Hoy, cuando nuestro pueblo enfrenta nuevas pruebas y sufre las duras consecuencias de los desastres, tras la trágica guerra y la ocupación de Artsaj, el mensaje del 28 de mayo se hace eco una vez más de la verdad irrefutable de que un pueblo puede vencer cuando está unido por un objetivo, una aspiración y un deseo. Nuestra independencia es el legado sagrado de nuestros padres, que debemos apreciar y continuar trabajando juntos, para construir nuestro país y fortalecer nuestro estado.
En esta festividad, oramos por la paz y el bienestar de nuestro pueblo en todo el mundo, por la fuerza de nuestro ejército y por la seguridad y el progreso de nuestro estado. Que las hazañas de nuestros antepasados nos inspiren a creer en nuestras fortalezas, a unirnos en torno a nuestra patria, a objetivos comunes y a realizar esfuerzos conjuntos para proteger nuestros intereses y derechos nacionales.
Que la gracia, el amor y la misericordia de nuestro Señor Jesucristo estén con nosotros y con todos, hoy y siempre. Amén.