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Opinion - Hagop Avedikian, Ereván
Luchar contra la esclavitud
27 de Abril de 2024

Aliyev exige cambiar nuestra Constitución, Erdogán nos da una "última oportunidad" para abandonar las "ficciones históricas" y "liberarnos de la oscuridad", de la "oscuridad" de la diáspora y ajenos, Putin alienta, en la persona de Aliyev la "determinación" de resolver nuestros problemas con Azerbaiyán, Biden considera nuestra "sabiduría" de negociar con Bakú sin mediadores como un "gran progreso", Charles Michel expresa su satisfacción por nuestra voluntad de cumplir las demandas territoriales de los azeríes e iniciar la demarcación de fronteras, etcétera.

Todos, todos están dispuestos a "ayudarnos", pero no ganamos nada con esa "ayuda", sino que, al contrario, cedemos y damos, otorgamos y volvemos a ceder, nos convertimos en esclavos.

No sé, en ciencias políticas, cómo se llaman los países a los que todas, casi todas, las fuerzas extranjeras los tratan bajo el nombre de "ayudar", hasta que no queda nada del Estado en cuestión, está acabado y destruido.

Entre esos países, conozco mi Líbano natal, que, desde los años 70 del siglo pasado, bajo la influencia de distintas fuerzas, intervenciones e invasiones extranjeras, perdió incluso su principal punto de apoyo, la moneda libanesa, y su envidiable sistema bancario.

¿Qué le espera a nuestro país, a nuestra condición de Estado?

Los países que tienen política propia, dignidad nacional, fronteras estatales y están dispuestos a entregarlas al capricho y misericordia de otros, solo le queda colonización, esclavitud…

Es cierto que en nuestro caso el dueño y director de esta gestación, es la mayoría parlamentaria, encabezados por su paracaidista que tiene problemas psíquicos y mentales. Una anomalía política, un disparate sin precedentes del que proceden todos nuestros fracasos.

Esos fracasos comenzaron desde el día en que él, aquel líder paramilitar, cerró la puerta al proceso de negociación y abrió de par en par la puerta a la guerra frente al enemigo y otros enemigos, que nos superan en armamento.

El general que, después de perder la guerra que no sabía ni entendía, se quedó aferrado a la silla, explicando “filosóficamente" al pueblo enojado y amargado que la derrota era victoria y la victoria era derrota.

Permaneció en su silla y siguió ganando perdiendo, continuó perpetuando la derrota, llegando a las aldeas de Tavush, después de Artsaj y Kapán, a nuestras posiciones defensivas, a la carretera interestatal, a los caminos.

¿No habrá rebelión contra él y su gallos bravucones? ¡Hay!

Y cada vez más enfático. El potencial de resistencia de los armenios aún no se ha agotado.

La prueba: la lucha persistente de la abuela de 96 años en las plazas y carreteras de Voskepar, Kirants, Baghanis y regiones vecinas, Noyemberyan y Alaverdí, el líder espiritual de la diócesis de Tavush, y los grupos unidos de aldeanos y ciudadanos, frente a las atrocidades de sus propias fuerzas policiales hostiles.

La prueba: la marcha de cientos de miles de armenios que subieron a Dzidzernagapert el 24 de abril y la noche anterior para recordar y perpetuar el Genocidio, para conmemorar la memoria de los mártires, para decir "no" a todos los renegados y negacionistas. Decir "no" a Erdogán y al líder paramilitar armenio que pone en el mismo nivel, el pasado y el presente, la historia y su continuidad, la patria espiritual y la real, la Nación y el Estado.

Ese líder paramilitar sólo ha dejado un estrecho pasillo que conduce al derramamiento de sangre ante quienes se rebelan contra él. Ese corredor debe mantenerse cerrado a cualquier precio. El derramamiento de sangre nos destruirá irrevocablemente. A cualquier precio, es necesario continuar la lucha civil incruenta pero constante para salvar al país y al Estado del "flagelo destructivo de la nación", de sus partidarios, de las amenazas de los enemigos, del "cuidado" y la "lástima" de los extranjeros amigos.

Una lucha incruenta, sistemática y duradera contra la esclavitud, hasta...

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